08 junio 2011

¿QUÉ ESTAMOS HACIENDO (en gestión cultural) EN CHILE?

La revista española G+C acaba de publicar un número dedicado a la Gestión Cultural en Argentina y Chile que está circulando ampliamente. En él se incluyen artículos de autores de ambos países y entrevistas a los dos ministros de Cultura. Ese número incluye la siguiente colaboración.

G + C me plantea la pregunta que encabeza esta reflexión. La primera respuesta que se viene a la cabeza es que, desde 1990, lo que intentamos es, simplemente, “hacer gestión”. Algo así como el recuerdo infantil de ese viejo anuncio de una gélida piscina pre cordillerana de Santiago que invitaba a disfrutarla “nadando, en agua calentada nadando”. Es decir, sin agua temperada, sin clima favorable, sin techo, sólo con el esfuerzo de los nadadores. O de los gestores.
Así alzamos el vuelo entonces, cuando Pinochet nos había dejado descubiertos de toda acción pública en cultura, hostigándonos con el inclemente “apagón cultural”. Así comenzamos a nadar –o dar manotazos, más precisamente- a comienzos de los años noventa. Estudiamos las arcas fiscales y era poco lo que podía destinarse a remediar esa oscuridad. Lo poco, decidimos concursarlo, para que muchos tuvieran opción de, al menos, postularse a obtener recursos públicos. Pero, para concursar en igualdad de condiciones, había que elaborar proyectos que pudiesen ser minimamente comparables. Había además que ampliar los fondos disponibles, motivando a los privados para que gastaran en arte y cultura. También allí surgía imperiosamente la necesidad de presentar proyectos. Para unos y otros, los artistas no estaban capacitados y muchos ni siquiera interesados. En ambas situaciones se requería de nadadores en aguas glaciales: gestores que intermediaran entre creadores y sus improbables financistas.
Otro manotazo, ya más contundente, fue iniciar la construcción de espacios para la cultura. Desarrollamos el concepto inédito –en Chile- de infraestructura cultural, convocando a arquitectos, ingenieros y asesores que sabían mucho de puentes y carreteras pero que se iniciaban en la edificación de centros culturales. Superado el tema técnico –finalmente, un saco de cemento es un saco de cemento, en una calzada o en un teatro- había que resolver quienes administrarían estos nuevos espacios. Nuevamente emergen los gestores culturales, que debutan con “marchas blancas” (otro concepto ajeno a las artes) para precisar las fortalezas de las nuevas construcciones.
Simultáneamente, había que legislar. Los editores clamaban por un Ley del Libro, los autores, por un código que defendiera sus derechos, los suspicaces custodios de la hacienda pública requerían de una ordenanza para definir los estímulos tributarios que intentarían seducir a esporádicos donantes privados. Bien, pero ¿quiénes administrarían tales quiméricos fondos privados y los beneficios que favorecerían a autores nacionales, bibliotecarios remotos, maestros que difundirían la lectura y pequeños editores? Gestores, sin duda.
Afortunadamente, la Universidad de Chile auscultó la necesidad y creó, en su Facultad de Artes, un modesto Postítulo en Gestión Cultural, con profesores tan improvisados como temerosos. Pero que nadaban.
Los primeros gestores nacidos de la experiencia junto a los primeros estudiantes  formados en las aulas, constituyeron una agrupación gremial que les fue paulatinamente dando una voz colectiva. Tan poderosa que, finalmente, cuando llegó “la madre de todas las leyes”: la Ley 19.891 que creaba el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes,  aprobada en 2003, su articulado reconocía que entre los miembros del Directorio Nacional de once miembros que lo presidiría y dictaría las políticas culturales debería encontrarse a personas representativas del mundo de la creación, del patrimonio y de la gestión cultural.
Todo un récord para un ¿oficio, profesión? que hacía tres quinquenios ni siquiera existía.

Vino la piscina techada con agua temperada y bien filtrada.
Iniciamos 2004 con un Consejo Nacional de la Cultura y las Artes que estrenaba un Directorio Nacional que, por lay, debía establecer las políticas en cultura, acontecimiento inédito en las políticas públicas chilenas.
Este Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, que venía gestándose desde los precoces años noventa, basó su quehacer en tres grandes columnas: la edificación de infraestructura, el desarrollo de audiencias y la gestión cultural, utilizando crecientemente el mecanismo de concursos transparentes y determinados por jurados de pares para distribuir los recursos públicos que contribuirán al desarrollo de las artes y las industrias culturales. Estas últimas rápidamente lograron además, sus propias leyes sectoriales gobernadas por sendos consejos participativos: libro y lectura, audiovisuales y   música.
Este quehacer fue sometido a las exigentes pruebas del cambio de dos Presidentes del Consejo –simultáneos a los cambios de gobierno de 2010 (Michelle Bachelet) y 2014 (Sebastián Piñera)- y de un cambio parcial del Directorio Nacional (2008). Resistió con entereza aquello y el terremoto del 27/2 del 2010, que permitió dejar en evidencia fortalezas y debilidades. La fuerza post sismo estaba reflejada en el comportamiento de los edificios culturales, administrados por corporaciones y sus respectivos gestores bajo la legalidad privada sin fines de lucro versus, lamentablemente, los daños producidos en aquellos edificios administrados aún por el gobierno a través de la antigua Dirección de Bibliotecas y Museos, cuya creación data de 1929. Lo que establece el gran desafío pendiente en gestión cultural: experiencia y sismos mediante, hoy casi nadie duda de la necesidad de introducir el factor gestión a la administración de edificios culturales que aún no la tienen. Lo que implica un cambio de legislación que debiera concretarse más pronto que tarde.

Mientras tanto, el país se ha sembrado de centros culturales y vendrán más. Talca reluce con un Teatro Regional del Maule que encabeza la acogida de compañías de artes escénicas internacionales que sólo recorren la red de teatros de ciudades de provincias, sin tocar la capital. La municipalidad de Peñalolén, en el oriente de Santiago, ha estrenado un Centro Cultural Chimkowe que alterna actividades artísticas y deportivas de gran público en una de las comunas más pobres y de mayor diversidad racial y social de la ciudad. El programa de infraestructura del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes[1], continuador de la Comisión Presidencial de Infraestructura Cultural, creada en 2000, tiene proyectado entregar recursos a más de 60 proyectos. El último fue el Centro Cultural de Alto Hospicio, una ciudad reciente, enclavada en el desierto junto a Iquique y que es habitada mayoritariamente por sectores de pobreza.
Cada uno de estos centros debe constituir una corporación de derecho privado para que lo gestione, en cuya generación participan dos asesores enviados a cada localidad por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes: un arquitecto y un gestor cultural, aportado por un convenio entre el Consejo y Ad cultura, la asociación gremial ya mencionada.
En este terreno es emblemático el GAM, el  Centro Nacional de Artes Escénicas Gabriela Mistral, que engloba gran parte de la historia de la gestión cultural del último medio siglo. Es una idea del Presidente Salvador Allende, que pretendía, en 1972, convertir en espacio para la cultura a una construcción hecha “a mata caballo” para acoger la Conferencia de la UNCTAD de ese año. En la edificación, para, darle esta impronta participaron por igual obreros y artistas plásticos: ambos cobraban el mismo salario semanal, unos por erigir, otros por crear piezas de arte convenientes al  espacio. Así nacieron manillas, fuentes de agua, murales, colgantes, vitrales, esculturas, lámparas, cuadros que fueron disponiéndose en las salas y patios del edificio, primero llamado UNCTAD, luego Centro Metropolitano Gabriela Mistral y luego… con el golpe militar, Edificio Diego Portales, sede de la Junta Militar de gobierno a contar de septiembre de 1973. Con la llegada de la democracia en 1990, el nuevo gobierno lo mantuvo como sede del Ministerio de Defensa Nacional. En esa condición lo recibió la Presidenta Michelle Bachelet, en marzo 2006, que había sido su ocupante como primera mujer Ministra de Defensa. Ella ambicionaba que las instituciones volvieran al orden preexistente al golpe de 1973, lo que significaba que el Ministerio de Defensa regresara a su edificio de Avenida Bulnes, frente a La Moneda, el Palacio de Gobierno.
Pocos días antes del inicio de su mandato, el 5 de marzo, sobrevino un voraz incendio en la placa del edificio “debido a que el  sistema de protección contra incendios no funcionó como es debido por falta de mantenimiento, situación que también se repite en el sistema eléctrico, por problemas presupuestarios”, según constataron los Bomberos.
Una vez asumida, encomendó a un comité interministerial integrado por los secretarios de Estado de Defensa, Vivienda y Urbanismo, Bienes Nacionales y Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, la misión de resolver el futuro del edificio siniestrado. Rápidamente, cultura hizo ver tanto la vocación histórica del inmueble como la necesidad pendiente, aprobada por las Definiciones de Política Cultural 2005/2010, de contar con un Centro Nacional de Artes Escénicas y Musicales. Se convocó a un concurso internacional de arquitectura, junto con el encargo de un estudio de audiencias. La gestión cultural, comenzaba a hacerse cargo del tema… por primera vez en paralelo con la arquitectura y convergiendo ambos en el momento de resolver el concurso, de modo que los proyectos finalistas pudieron considerar las disposiciones que arrojaba el estudio del público. Luego, se inició la forja de un plan de gestión, junto con los fundamentos de la corporación cultural que administraría el centro. ¿Quiénes fueron convocados a fundarla? Precisamente las organizaciones culturales del país que tenían vasta experiencia en el campo definido para el edificio por la política cultural vigente: las artes escénicas y musicales. De este modo, entre los constituyentes de una nueva corporación quedaron dos universidades históricas que poseen elencos estables, una de Concepción y otra de Santiago; dos agrupaciones gremiales, de bailarines y de actores; dos corporaciones que rigen teatros dedicados a las artes escénicas y musicales, una de Talca y otra de Santiago; una fundación que dirige el festival de teatro más relevante del país; la fundación que coordina las orquestas juveniles e infantiles y dos centros culturales con fortaleza en la gestión de espacios de gran público. Todos, sumados al Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Con esa formidable institucionalidad, que quedó definida y legalmente constituida varios meses antes de la inauguración del espacio, éste pudo iniciar con fuerza su labor, en septiembre de 2010, a los pocos meses de instalado un nuevo gobierno, de otro sector político, que había sucedido al de Bachelet. Los cambios de coalición no habían afectado al cronograma del GAM tal como lo previeron sus gestores.

Pero esta precisión, que se pretende extender a la red de centros que se edifica en el país, no habría sido posible si no se hubiesen acumulado las experiencias anteriores de instituciones como el Teatro Municipal de Santiago, el Centro Cultural Estación Mapocho o el Centro Cultural Palacio de La Moneda, por nombrar sólo a tres de los edificios más emblemáticos del país.
Del Teatro Municipal, con decenas de años de práctica en manejo de elencos estables, se extrajo las características técnicas y dimensiones que deberían tener los diferentes escenarios, camarines y acomodaciones para músicos, coristas y bailarines. Del Centro Cultural Estación Mapocho Mapocho, se reprodujo el modelo de corporación que ha operado más de 20 años de exitoso autofinanciamiento y cumplimiento de su doble misión de preservación patrimonial y difusión cultural, junto con heredar las experiencias de programación e incorporación de unidades de negocios que permitirán auto financiar en parte la operación del GAM. Del Centro Cultural Palacio de La Moneda, se asimiló algunas experiencias –unas buenas y otras no tanto- de gestión de un edificio erigido recientemente, en especial las enseñanzas surgidas de construir a través de concesiones, lo que implicó la imposibilidad de disponer de algunos espacios en beneficio del centro, que debieron destinarse a responder los compromisos con el concesionario que lo construyó. Suplementariamente, los socios fundadores enviaron al Directorio del GAM a experimentados ejecutivos de modo que en esa instancia se da una feliz acumulación de visiones desde todos los aspectos que una gestión de esta naturaleza debe considerar.

En conclusión, han pasado poco más de 20 años desde que un visionario gobierno de restauración democrática lanzó el desafío de conmemorar esa gesta –sellada con un lápiz en el plebiscito del NO a Pinochet- a través de la restauración de una vieja estación de ferrocarriles para convertirla en símbolo de la transición y de que desde entonces y como antes, la cultura sería una preocupación de los gobiernos, pero, no sólo de ellos, lo más relevante es que desde la metáfora de la arquitectura del Centro Cultural Estación Mapocho, un espacio libre de más de cinco mil metros, se desafió a la ciudadanía para hacerse cargo del desarrollo cultural, para llenar ese y muchos otros espacios que vendrían, con la democracia, a través de constituirse en audiencias informadas, activas, creativas y autónomas.
Hoy, así como el desarrollo artístico es tarea de los creadores, el desarrollo cultural está en manos de la gente y la instauración de las mejores condiciones para que esa gente lo haga de la forma más grata y cálida, está en manos de gestores culturales.
Es lo que hemos hecho (en gestión cultural), en Chile, hasta ahora.
[1] Según Presupuesto Nacional 2011, alrededor de 9 millones de dólares ($ 4.648.500.000), más de un 10% del presupuesto del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. En 2010 el mismo Presupuesto fue de $ 5.582.500.000, casi el 13% del presupuesto total del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de ese año. Estos recursos se traspasan mediante convenio a las municipalidades para ser destinados a la construcción o habilitación de Centros Culturales en comunas con más de 50 mil habitantes. La propiedad y administración de dichos centros corresponderá a la Municipalidad respectiva.


31 mayo 2011

MODIFICAR UNA INSTITUCIONALIDAD SIN DEMOLER LA CASA


Nuestro país ha ingresado, con más o menos sorpresa para muchos, en un camino novedoso: uno de los actores de la vida cultural (recordemos que son varios, entre otros, los creadores, las audiencias, los gestores, los empresarios, el gobierno) plantea su deseo de crear un Ministerio de la Cultura. Legítimo. Pero equívoco en el estado actual de las cosas.
A diferencia de los años 90, cuando no existía institucionalidad cultural alguna, el debate no parte de cero. Existe un Consejo Nacional de la Cultura y las Artes que tiene una ley y una misión: “evaluar y renovar políticas culturales”. Lo que amerita dos apostillas: uno, que gran parte de la discusión al respecto ya se dio (1990/2003) y se optó abrumadoramente, entre todos los actores enumerados, por el modelo existente. Dos, que cualquier renovación de las políticas o sus instrumentos debe pasar por el Consejo actual y sus mecanismos participativos, tal como lo fue, por ejemplo, la Convención de La Serena de 2009, que ilustra esta nota.
El hacerlo, apunta a superar ambas observaciones. Es decir, llevar a la Convención Nacional de la Cultura, que corresponde hacer el 2011, la inquietud gubernamental y por tanto al debate de todos los incumbentes. El resultado de la misma, como es tradicional, se debe entregar al Directorio Nacional quién resolverá cuál es la figura que presidirá la acción gubernamental en cultura. Si se trata de una que requiera de ley, se informará entonces al Ejecutivo para que la someta a debate parlamentario. Es decir, se desharía – si así lo resuelven las instancias respectivas- lo hecho de la misma manera cómo de hizo. Así operan las democracias, dónde una ley modifica otra.

Más allá de lo procesal, cabe analizar por qué el gobierno ha planteado al país este deseo. Se puede descubrir motivos de dos tipos: la falta de atribuciones del personero que encabeza la actual institucionalidad, sólo con “rango” de Ministro, y en ello el Ministro Cruz Coke ostenta buenas razones, y la imperiosa necesidad de incorporar a los servicios públicos hasta hoy preocupados del patrimonio a la senda de la modernidad institucional. Efectivamente, ambas tareas son urgentes, sobretodo la segunda luego del 27/F cuando un terremoto evidenció la situación en la dramática frase de un damnificado: "Mi patrimonio son mis hijos, no esta casa. Déjenme demoler". Una lápida a las políticas que, como país, hemos aplicado en este terreno.
Es obvio, aunque pertinente recordarlo, que no porque ciertas instituciones funcionen mal, deba afectarse a otras que funcionan bien. Lo grafico en otra frase, la de un damnificado por la catástrofe del cierre de las minas de carbón en Curanilahue y la consiguiente cesantía, que luego de haber sido beneficiado por una política desarrollada por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, como la creación de orquestas infantiles, respondió orgulloso a la pregunta de sobre su condición laboral, ya crónica: “Soy padre de músico”.
Sin duda, tenemos un problema que enfrentar, pero debemos hacerlo de manera sistémica. La cultura no es ya mas asunto de estados más o menos dirigistas, es hoy cuestión de todos sus actores, públicos o privados, creadores o interpretes, audiencias o espectadores, académicos o empresarios, corporaciones o fundaciones. Por tanto, la solución al problema de la institucionalidad patrimonial no parece estar en fortalecer el aparato gubernamental, con lo que se resta de inmediato el imprescindible aporte privado –en recursos y gestión- a un sector deficitario en ambos. Pregúntele sino a las empresas que aportan a la cultura si es más sencillo hacerlo a través de corporaciones privadas sin fines de lucro o a través de un servicio público. Pregúntele a cualquier ciudadano si están mejor los espacios patrimoniales gestionados por el estado o aquellos administrados por corporaciones privadas. Pregúntense también porqué todos los espacios culturales creados con dineros públicos, desde 1990 a la fecha, tienen corporaciones sin fines de lucro que los tutelan, como el Centro Cultural Estación Mapocho, el Centro Cultural Palacio de la Moneda, el MIM, el GAM, el Teatro Regional de Talca, Matucana 100, Balmaceda Arte Joven, el Museo de la Memoria…
Si la mejoría urgente del sector patrimonial no se hace con todos los actores involucrados, sólo estaríamos profundizando la crisis actual.
Por tanto, compartiendo la idea de discutir el tema hagámoslo de la manera que nosotros mismos –todo el mundo de la cultura- nos dimos: participativamente.
En una de esas sale una mejor solución y podemos ser padre de músico, sin tener que demoler la casa.

24 mayo 2011

EL REGRESO DE LA VIEJA DAMA

Foto CNCA
En una coincidencia impensada, el Ministro Luciano Cruz Coke expuso su Cuenta Pública 2011, en el Palacio de La Moneda, el mismo día en que el país conoció la resolución de la Contraloría General de la República mediante la cuál se afirma que una de las dos funcionaria fallecidas en el accidente de Juan Fernández -Galia Diaz- no debió estar allí. Así como Cruz Coke tuvo que suspender la Convención Nacional de Arica, en septiembre, a causa del brutal amarizaje, esta vez comenzó y finalizó su discurso con un homenaje a las dos funcionarias perdidas, las primeras mártires de la institución.
La ceremonia que ya se hace tradicional, no obstante su locación, no contó con la presencia de otros altos funcionarios de gobierno, y sólo con la mitad del Directorio saliente, a pesar de que el Ministro tuvo especial cuidado en nombrarlos, incorporarlos en las ilustraciones de su discurso y reconocer explícitamente su labor, dado que este 31 de diciembre, la mayoría de ellos -siete de once- terminan su mandato: "En estos meses de trabajo conjunto, sin duda, se ha discutido con pasión, hemos intercambiado opiniones y hemos  empujado importantes iniciativas.  Pero sobre todo, me atrevo a decir, que hemos compartido la convicción de que no podemos pensar en el desarrollo del país sin desarrollar la cultura".
El 14 de diciembre se cerró el listado de postulantes al Directorio Nacional 2012-2015, que serán nombrados a inicios del próximo año. Es de esperar que los nuevos directores asuman una actitud participativa acorde con sus altas funciones y la confianza que la sociedad civil y las universidades -sus mandantes- depositarán en sus manos a través de un nombramiento presidencial y la ratificación del Senado -en dos casos- con la necesaria independencia que les otorga su condición de inamovibles por la autoridad.


Cruz Coke comenzó relevando la reciente entrega al Presidente de la República, de la Política Cultural 2011-2016, haciendo coincidir, como es menester, las líneas de trabajo fijadas con las realizaciones del año que termina, agrupadas en seis ejes de trabajo.
El primero de ellos, sigue siendo, desde la fundación del CNCA, el fomento de las industrias creativas y las áreas artísticas. Ante la imposibilidad de exhibir logros legislativos de fuste, destacó el envío al Congreso de la reforma a la Ley 19.925 que permite las presentaciones en vivo de artistas en restaurantes, bares y salones de té, mediante la que se espera aumentar sus oportunidades de trabajo; de la tenue reforma a la Ley de Premios Nacionales, y de la tan esperada como transversal reforma a la Ley de Donaciones Culturales. Recordó la creación de  nuevas áreas de fomento artístico, relevando el estreno del área de Arquitectura en la Bienal de Urbanismo y Arquitectura de Shenzhen y Hong Kong. Sin mucho entusiasmo, se refirió al mejoramiento esperado de los fondos de cultura, que pasan por una etapa compleja debido a las dificultades sufridas en la implementación de su plataforma digital. Uno de sus favoritos en este eje es sin duda la creación de la Comisión Fílmica, que se suma a la nueva Agencia de Promoción Internacional del Cine Chileno, en alianza con Pro Chile.
El eje de fomento a los públicos logró en 2011 la incorporación al Fondart de una línea de insospechados beneficios futuros: apoyo a instituciones culturales a tres años plazo, que permitirá fortalecer el indispensable rol mediador entre creadores y audiencias. Convendría hacer un seguimiento a los resultados de esta línea, que se acerca mucho a lo que tantos beneficios ha traído al desarrollo cultural de países como Australia. No era buen momento, pero el reciente estudio de comprensión de lectura de los chilenos que arrojó un fatídico 84% de incomprensión lectora, estuvo en todas las mentes presentes cuando el Ministro anunció como logro el Plan Nacional de fomento a la lectura "Lee Chile Lee". Bien por ello, pera la tarea es ardua. 
Párrafo aparte merece el despertar y despliegue en el territorio de los elencos estables del Consejo que alcanzaron la inédita suma de 151 presentaciones en el país.
En el eje de Infraestructura y Gestión es dónde más se pueden palpar, literalmente, frutos de una política  cultural estable. Los programas de Teatros Regionales, nuevos Centros Culturales -que alcanzó Chiloé y Rapa Nui- y de apoyo a la Reconstrucción Patrimonial, junto a la culminación del Parque Cultural de Valparaíso dan prueba de que la vieja deuda con la infraestructura cultural chilena sigue pagándose, con  impulso estatal, a paso firme.
Los ejes transversales: desarrollo regional e internacionalización cultural entregaron avances y retrocesos. En este último aspecto se anotó el traslado de la dirección regional ubicada en Quillota a la ciudad sede nacional de Valparaíso, así como constituye un avance la ceremonia de entrega en Punta Arenas del Premio Pedro Sienna y la ampliación de las Escuelas de Rock a Maule y Los Ríos. En el sector patrimonial inmaterial se destaca el programa de Tesoros Humanos Vivos, que aumentó en 50% sus reconocimientos; las casi 300 actividades del Centro de Patrimonio e Identidad ubicado en la sede central del CNCA en Valparaíso, y los estudios realizados sobre la situación cultural de mapuches, collas y rapa nuis. Es de esperar que pronto estos conocimientos se vuelquen en políticas de integración y valoración de nuestra diversidad. En lo internacional, dos desafíos más allá de los resultados alcanzados este año en la Bienal de Venecia y múltiples festivales de cine: la presencia en la FIL de Guadalajara en noviembre próximo y la Cumbre Mundial de las Artes de enero de 2014 en el Centro Cultural Estación Mapocho.


Incomodidad entre los presentes  causó el eje de modernización institucional. Más allá de las buenas cifras del 96,7% de ejecución presupuestaria y el 98% de cumplimiento de los requisitos de transparencia activa; el cambio de sede en Santiago -del inhóspito edificio de Fray Camilo Henríquez al paseo Ahumada-, y las mejoras en tecnología y bienestar, la piedra en el zapato de esta administración parece estar en el personal y su agrupación gremial, ilustrado en la Cuenta con fotografías de funcionarios trabajando en medio de vistosos globos rojos. Este festivo panorama laboral contrasta con el hecho que esos mismos días llegaba al CNCA una carta del Senador Lagos Weber pidiendo información sobre un presunto acoso laboral a dirigentes gremiales y la mencionada resolución de la Contraloría respecto de Galia Diaz.
Consciente de ello, Cruz Coke al finalizar sus palabras lamentó "la perdida de tres figuras emblemáticas, el cineasta  Raúl Ruiz, poeta  Gonzalo Rojas y el escritor José Miguel Varas" y apartándose del texto publicado en la web del Consejo, reiteró su pesar por las funcionarias fallecidas en Juan Fernández, para culminar como los mejores tribunos, con una consigna que, aunque conocida, no deja de ser acertada: NO hay desarrollo sin cultura.
Es verdad, pero tampoco hay cultura sin trabajadores comprometidos que vuelcan todo su esfuerzo en la tarea sin desgastarse en una soterrada lucha con las autoridades de la institución que los cobija.
Y en este conflicto, que se prolonga y agudiza, hay dos lados. Se requieren "dos para el tango". Ya es hora que comience a escucharse la música del entendimiento.
O los perjudicados serán quienes deben ser beneficiados por el desarrollo cultural: la ciudadanía.
En ese caso, la mayor responsabilidad recaerá en quienes han sido designados como responsables de encabezar las instituciones públicas.

18 mayo 2011

EL LARGO E INEVITABLE CAMINO ENTRE LA PLAZA SOTOMAYOR Y EL CONGRESO NACIONAL


Aunque las autoridades del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes hayan escamoteado la fuerte realidad de que su destino está y se juega en Valparaíso, los nerviosismos propios de la cuenta del 21 de mayo no han podido evitar que aflore el gran tema por el que se juega la administración de Luciano Cruz Coke: su trabajo legislativo.


Por una parte, la seriedad con que se ha enfrentado el trabajo de mejorar la gestión -el gran tema que debiera caracterizar a los gobiernos de derecha- ésta no entrega  mayores dividendos cuando se trata de pasar a la lista de aquellos gobiernos que dejaron huella en nuestra institucionalidad cultural, como lo fueron Lagos con la Comisión Presidencial de Infraestructura y la creación del CNCA o Bachelet con la introducción del concepto de audiencias, su concreción en el GAM y el aporte del Museo de la Memoria, para no ir más atrás. La indudable efectividad en el tema lo expresan sendos artículos en La Nación y El Mostrador, con sus matices.

Pero, los fantasmas de mayo han puesto el acento en lo principal: los avances en materia de las metas programáticas, que es lamentable aún para el Instituto Libertad y Desarrollo en su índice 21 de mayo, que califica negativamente los avances en las dos iniciativas de ley largamente anunciadas: reformas a la Ley de Donaciones Culturales y la institucionalidad patrimonial. Sobre la primera señala: "No ha ingresado al Congreso ningún proyecto al respecto pero lo que se está implementando administrativamente parte de la base correcta de un sistema público privado para potenciar la cultura en Chile". Respecto de la segunda, agrega: "No ha ingresado al Congreso ningún proyecto al respecto pero en lo que se ha avanzado administrativamente se observa que se promueve y mejora el cuidado del patrimonio en Chile en comparación a lo ya existente". Ambas iniciativas reciben nota 1 de un rango -2 a +2, teniendo relevancia máxima la una y alta la segunda. La tercera y última meta en el sector recibe nota cero: construir una carretera digital para la cultura.

Si se recuerda algunos pendientes de administraciones anteriores como el anhelado cambio de la Ley que otorga los Premios Nacionales, el panorama legislativo se ensombrece aún más. A lo que se agregan los planteamientos que adelanta la DIBAM, a través de su directora, en El Mercurio del 18 de mayo, comparables con la debilidad de la ejecución presupuestario de ese servicio durante el primer trimestre del año: sólo un 12% versus un 38% que ha ejecutado el CNCA en el mismo período, con el agregado de que el presupuesto del Consejo es 50% mayor.

Aunque queda en evidencia la necesidad de inyectar gestión a la DIBAM, se podría desprender que la entidad creada en 1929 continúa negándose a depender del CNCA y está dispuesta sólo a deshacerse de las bibliotecas públicas y compartir nivel jerárquico con el Consejo, dependiendo ambos de un eventual Ministerio. Es decir, un tercero que resuelva las duplicidades que las partes involucradas se han negado a desatar. Más burocracia, en el gobierno de la gestión. En ese dilema parece estar el freno legislativo analizado.

Emblemático de la situación descrita es que la Comisión respectiva de la Cámara de Diputados destine parte de su aliviada agenda a enterarse de la situación del Teatro Oriente, un caso que se resuelve simplemente con una instrucción del superior jerárquico a su propietario, el Instituto de Previsión Social (ex INP). Se trata de que traspase en comodato la sala a una entidad cultural privada sin fines de lucro, a través del CNCA. Así aconteció en años anteriores, lográndose una gestión equilibrada y auto financiada aún considerando un porcentaje de entradas a todos los espectáculos para los beneficiarios del IPS y algunos días liberados para actividades propias del Instituto. El innecesario embrollo en que se encuentra la sala se puede conocer en CIPER.

De modo que, vueltas más vueltas menos, la gestión -no la popularidad- del Ministro Cruz Coke será evaluada por cómo transite las pocas cuadras que separan la sede nacional del CNCA del Congreso Nacional. Si lo hace portando sendos proyectos legislativos que -como se prometió- perfeccionen la actual institucionalidad cultural y aumenten los aportes y la gestión privados a las artes, su pasada por el CNCA quedará estampada entre quienes profundizaron aquello que el mundo de la cultura viene apoyando desde comienzos de los años 90. Si lo hace ligero de equipaje quizás pueda acceder a algún sillón parlamentario, fruto de las ingenierías derivadas de sus altos índices de popularidad personal.

La opción es personal. El resultado será colectivo. Nunca hay que olvidar que la cultura es tarea de todos.

Y el partido se juega en Valparaíso.

04 mayo 2011

ANTOFAGASTA NO ESTÁ DORMIDA




¡Y de qué manera! No sólo por el acompasado navegar por la ciudad de trenes cargados de cobre -a 4 dólares la libra- que hacen sonreir pausadamente a los antofagastinos -de antes y de anora- que se reúnen en número cercano a los trescientos mil entre cerros desérticos y mares calmos, sólo chapoteados por gigantescos pelícanos. 


La cultura bulle muy despierta desde las ¿ruinas? de Huanchaca y el flamante Museo del Desierto, por el sur, hasta la hermosa estación del ferrocarril de Antofagasta-Bolivia que ilustra el texto, en pleno centro de la ciudad. Pasando por el Centro Cultural Minera Escondida, una extensión de la destacada y noble labor de la Corporación Balmaceda Arte Joven en todo el país.
Ya no parece escucharse a Fernando Trujillo con la plañidera canción de Gamelin Guerra: Antofagasta dormida tus calles están desiertas; una nostalgia me anida. Antofagasta dormida. Me apena verte tan triste, pena que lloro doliente,quisiera darte mi vida, Antofagasta dormida; bella tierra donde yo nací.
De hecho, el 28 de abril, mientras desde la estación se escuchaban consecutivamente los himnos nacionales de Argentina, Bolivia, Paraguay, Perú y Chile que daban inicio a  FILZIC, la feria internacional del libro de la Zona Integrada de Comercio de tales países, a pocos pasos tintineaban las copas de quienes, invitados por la Corporación Cultural Pro Antofagasta, celebraban junto a muchos de sus 250 socios,  la inauguración de un gigantesco mural de Luis Nuñez, que tampoco es el primero en la zona. La obra del joven artista local, ornamenta el muro sur del edificio Patiño, sede de la PDI regional, con imágenes históricas y retratos-homenaje de antofagastinos notables como Gerardo Claps, que fuera Rector de la Universidad del Norte y más tarde asesor cultural del Intendente Jorge Molina Cárcamo. Autoridad que acometió, a inicios del siglo XXI, sendos procesos de recuperación para la cultura del antiguo correo -próxima Biblioteca Regional-  y la aún pendiente Casa Abaroa.
Por si fuera poco, entre ambos puntos inaugurales, en un ex hotel para ferroviarios, se alza el centro cultural Estación con que la empresa del ferrocarril, que ya luce sus antiguas persianas de madera perfectamente renovadas, espera pronto recibir la obra los "mejores pintores de Chile".
Suma y sigue. La feria del libro reunió, en una inédita alianza entre los escritores de la región, la Municipalidad y la empresa que la acoge, a exponentes "glocales" -como Rivera Letelier y Skármeta- y locales, la presencia de  editores independientes chilenos y la ausencia de las grandes multinacionales del libro, como parece ser una infeliz tradición en las ferias alejadas de la capital.
Lo que por cierto no obstaculizó los encuentros entre creadores y editores de los cinco países sede -es una feria internacional- con lo que se auguran futuros emprendimientos conjuntos.
Mientras ello ocurría, los visitantes podían asomarse al museo del ferrocarril y a los propios carros restaurados que -comedor uno, salón, otro- acompañan a metálicos vagones  de origen australiano que prontamente darán paseos por la zona a los muy despiertos antofagastinos, probablemente buscando alivio a penurias nuevas, derivadas de esta actividad económica tan provechosa: los tacos de automóviles, los precios desorbitados en los servicios y la multitudinaria presencia de malls, multitiendas y patios de comidas.
Bella ciudad de ensueño, tu que me viste nacer allí, como pudiera yo darte dinamismo siglo veinte; no, no, no puedo creer; despierta de tu letargo, dice la canción ahora anclada en el siglo XIX. El dinamismo es del siglo XXI y al parecer,están para ello utilizando las mismas herramientas que buen resultado han dado a nivel país: infraestructuras para estimular y acoger nuevas manifestaciones artísticas y libros como industria cultural de vanguardia que arrastra a las demás.
Es de esperar que los aportes públicos estén a la altura de los desafíos y los recursos privados continúen acrecentándose, como parece sugerirlo la sigilosa visita del Secretario Ejecutivo del Comité de Donaciones Culturales a la ciudad.
Nuestro modelo de desarrollo cultural tiene a hora una prueba nueva: en una región alejada de la capital, con el mayor nivel de ingresos del país y con un sector empresarial que parece haber entendido que es mucho mejor invertir en educación y cultura allí mismo, dónde las riquezas se generan.
La imagen es una estación de ferrocarril que puede acoger, a la vez, vagones que se desplazan hacia los barcos exportadores con su carga de "sueldos de Chile" y mesones cargados de "almas de Chile", o sea de libros. En la multilateral compañía de los creadores de países vecinos. 
Como para soñar, pero muy, muy despierto. 

26 abril 2011

¿POR QUÉ ESCRIBO LO QUE ESCRIBO?



Mucho me he preguntado -y me han preguntado- ¿por qué este blog? Lo principal es que la respuesta  sigue siendo la misma que me planteé al decidir crearlo, en 2006, volviendo de una estadía en Harvard con un libro recién terminado: seguir reflexionando sobre políticas culturales después de aquellas historias plasmadas en papel impreso. Algo así como ir actualizando el libro por otros medios. La opción fue entre una web o un blog. No existían las alternativas del twitter o facebook, las que sigo descartando.


Principales destinatarios -como en el libro- siguen siendo mis estudiantes pero he visto cómo este público joven y privilegiado se ha extendido a profesionales de la gestión cultural y amigos hasta límites cercanos al exceso. Un ejemplo: usé  la red de contactos del blog para distribuir la Convocatoria de búsqueda de un profesional de la gestión cultural para el Centro Cultural Estación Mapocho, lugar dónde trabajo. La respuesta fueron 251 CV de -literalmernte- todo el mundo de habla hispana, NY incluido. La consecuencia es que la búsqueda se amplió hasta niveles insospechados si nos hubiésemos limitado a los avisos tradicionales.


Pero, lo central es que escribo por que intento hacer un aporte al necesario debate sobre las políticas culturales y sus componentes. No para dar mis impresiones personales sobre algo que desconozco, ni para poner en conocimiento universal y  virtual algunas características personales que mi pudor aconseja que lo sigan siendo. Tampoco para intentar poner en 140 caracteres alguna idea genial que otros sigan con devoción o fanatismo.


Quizás si una buena explicación -que entenderán los compañeros de generación- es que escribo para no  lidiar domingo a domingo con decenas de proyectos de cartas al Director, columnas improbables o editoriales frustradas. Si el asunto lo amerita, se convertirá en un texto del blog y "santo remedio". He mejorado mi relación de madrugada con los imprescindibles diarios de papel y quizás optimizado el ítem suscripciones del presupuesto familiar.


Sobre todo, escribo para reiterar y hasta majaderear, dirán algunos, que creo firmemente en el modelo de desarrollo cultural que hemos elegido participativamente para Chile, de entre las opciones disponibles y aplaudo aquello que lo refuerza, mejora o supera y cuestiono aquello que lo pone en riesgo y amenaza con colisionarlo sin generar algo mejor. Por ello, dirán algunos, que adhiero a tal o cuál autoridad o abomino de tal o cuál gobierno. No en el blog, sí en el ámbito personal, como cualquier ciudadano.


Así, me he negado hasta ahora a las ofertas -recuerdo al menos dos- de vincularme como columnista permanente a medios masivos de comunicación con altísimo impacto en el país. Igualmente a disparar arteramente contra quienes escriben en esas páginas virtuales y que sufren habitualmente algunos vómitos verbales tan irracionales como inútiles.


Prefiero no obligarme a un plazo regular pre determinado ni a tener que escribir por cumplir más que por sustentar algo original y sustantivo. Saludo con gratitud a las páginas web o blog amigos que -siempre pidiendo la autorización respectiva- reproducen algún texto que les parece adecuado. Lo que me impide convertirme en uno de aquellos opinantes o panelistas de medios masivos que se sienten "pagados" por el sólo hecho de poder pasar su "avisito".


Por lo mismo, valoro la propiedad intelectual de lo que escribo y pido se resguarde, dado que no son impresiones, sino reflejos -bien o mal logrados- de 40 años de acción y pensamiento en el área de la cultura.


Finalmente, debo reconocer que cuando escribo, lo disfruto y esa no es una motivación menor.


Me pregunto, por qué esta declaración ahora. Por qué una "editorial" que debió escribirse tal vez en la primera entrega de este modesto medio de comunicación. Quizás, por eso, porque cinco años después, es la misma. Y la puedo sostener con lo publicado. 

14 abril 2011

POR DIVORCIO: MUDANZAS A VALPARAÍSO

En los últimos días se ha anunciado al menos dos traslados a la capital cultural de Chile, pertinentes ambos, debido a la condición señalada del "puerto principal". La sede del CNCA regional, que se encontraba en Quillota, cerró sus puertas para establecerse, como es obvio, en la cabecera regional: en la sede del gobierno de la región de Valparaíso. La pionera Galería Gabriela Mistral, moverá sus bártulos desde la Alameda de Santiago, a los pies del Ministerio de Educación, hacia las alturas del Cerro Cárcel sede de un hasta ahora improbable centro cultural que anuncia su apertura antes de fines de año.


Cada mudanza tiene su historia. Que conviene revisar antes de darse a los nervios y la protesta fácil. Quillota recibió la sede regional como una carambola de Chillán: durante el acalorado debate parlamentario para determinar dónde quedaría establecido el Consejo Nacional de la Cultura, en 2003, el Alcalde de Chillán lanzó la postulación de su ciudad ante la perspectiva de que era sabido que dicha sede no estaría en Santiago y escudriñando en las favorables condiciones que le generaban -coyunturalmente- la casual presencia de los dos senadores de su zona en la Comisión del Senado que informaría de las postulaciones. Efectivamente, la ciudad del Bío Bío derrotó a Valparaíso -la opción del Ejecutivo- en la Comisión y logró una pírrica victoria antes de la votación en Sala. 


Hasta allí llegó el habilidoso Alcalde, acompañado del Obispo,  el poeta -el gran Gonzalo Rojas- y un infatigables guitarrista que animaba a su pequeña delegación con acordes de Violeta Parra, otra vecina ilustre. Los discursos de los senadores "chillanistas" hacían especial énfasis en la cantidad de próceres nacidos en su favorita: O´Higgins, Arrau, Prat... Argumento pícaramente demolido, desde las tribunas de la afición porteña con un implacable: "buscamos una sede cultural, no una maternidad".


En síntesis, Chillán llegó segundo y, como premio de consuelo, obtuvo -y entiendo conserva- la sede regional del Bio Bio del Consejo de la Cultura, en desmedro de Concepción. ¡Qué le han dicho a los quillotanos! Aplicando la misma ley de las compensaciones, pidieron la sede regional de Valparaíso, dado que el puerto tendría la sede nacional del CNCA. 


De modo que, más allá de la renuncia de la Directora regional, el traslado de la sede a la capital regional, reviste sólo señales de eficacia y de revisión de algunas comprensibles decisiones tomadas al calor de los deseables pero imperfectos debates parlamentarios.


Diferente cosa es la Galería Gabriela Mistral, creada a muy poco andar del primer gobierno de la Concertación, por el entonces Ministro de Educación, Ricardo Lagos, en el propio edificio del Ministerio. Como se recordará, entonces la División de Cultura dependía de esa cartera. La galería, como es lógico, formaba parte de un ambicioso proyecto de transformación de la primera planta y el primer subterráneo del inmueble en un centro cultural, como los que ya se soñaban en la Estación Mapocho primero y en otras locaciones, más tarde. El proyecto fue derrotado por la poderosa realidad de la falta de estacionamientos y la ausencia de posibilidades de acceso y maniobras de los carros bomba, ante un eventual siniestro.


Sobrevivió sólo la Galería, que comenzó una eficiente labor de acogida y difusión de las artes plásticas, de la mano de Luisa Ulibarri, ejecutiva de la División de Cultura. Pero, ha pasado tiempo y muchos cambios. La División de Cultura emigró y se disolvió en el nuevo Consejo Nacional de la Cultura, en 2003; en sus alrededores se han desarrollado centros culturales potentes como el de la Estación Mapocho, del Palacio de La Moneda y el GAM, por mencionar sólo cercanía geográfica y presencia en ellos de variadas salas destinadas a las artes visuales. Matucana 100, un poco más lejos, ha ocupado un espacio señero en la temática de la Galería: la vanguardia en artes visuales. Finalmente, un lunar de esta naturaleza inserto en el bullente edificio del Mineduc, tan atrayente de manifestaciones estudiantiles, tenía poco sentido cuando, sin duda había cumplido una etapa. ¡Y qué etapa! Es para alegrarse que se busque prolongar su espíritu en un centro cultural emergente que necesita de experiencias enriquecedoras que lo ayuden a consolidarse.


Adicionalmente, el cierre parece insertarse en una especie de sinceramiento de las relaciones entre dicho Ministerio y el Consejo -divorciados de hecho en 2004- que contempla la dejación del servidor de Internet de Educación, el traslado de las oficinas ubicadas en el edificio ministerial de Fray Camilo Henríquez por parte del Consejo y la nuevamente anunciada Ley que reformulará la institucionalidad patrimonial que debiera poner a esta área, aún en Educación, en dependencia del Consejo.


Como se ve, toda separación conlleva mudanzas. Aunque éstas se tarden más de la cuenta.

08 abril 2011

LOS ROSTROS TAMBIÉN LLORAN



Los agradables compañeras y compañeros del atardecer y la noche, que desde las series de la pantalla chica (ya no tanto) nos divierten con buenos y malos de ficción, salieron a la calle. A representar muy de verdad algo que personalmente los afecta. Con ello parece confirmarse lo que terminó de morir cuando Los Jaivas cruzaron las puertas de La Moneda para entregar su arte ante el Presidente de los Estados Unidos y a un mandatario derechista chileno: hoy vale más el interés particular -de personas o agrupaciones- que una ideología.
Como explica Edgardo Bruna, presidente de la Unión Nacional de Artistas "es el primer paro de estas características que se realiza en nuestro país y es apoyado por todos los creadores que están agrupados en UNA y que representa a más de 13 mil artistas.” El dirigente señaló además que este no es el único problema que se tiene con los canales, ya que "otra de las agrupaciones de artistas, se vio obligada a interponer una demanda contra TVN porque les exigía a sus guionistas la renuncia a sus derechos al momento de firmar contrato".
Es decir, mientras canales de TV abierta intentan perseguir a los canales de pago por reproducir gratuitamente sus señales, no aplican la caridad por casa y presionan a los "productores de contenidos" a no ejercer sus legítimos derechos de propiedad sobre su obra. Una situación que nos aleja de ansiada lista de países civilizados, que respetan a sus creadores, inventores, pensadores y todo tipo de autores intelectuales. Sí, estamos en la lista roja de los países que no respetan la propiedad intelectual y así se lo hizo ver el gobierno de los Estados Unidos, al asumir, el Embajador Arturo Fermandois.
Es que tenemos una historia que, en este terreno, no nos favorece. Los mismos actores, hasta los años 70s, se prestaban con gusto -y sin cobro- para animar, apoyar, acompañar a candidatos afines a su ideología. Los que, una vez electos, les daban vuelta las espaldas hasta... la siguiente campaña. Con las honrosas excepciones de Salvador Allende, que favoreció a las artes con la notable editora Quimantú y el sueño inconcluso del Centro Cultural Gabriela Mistral, y Ricardo Lagos, que compaginó por primera vez las obras de infraestructura con las culturales y dotó al país de una institucionalidad cultural participativa.
Quizás si fue la épica campaña del NO, en 1988, la gesta final de los creadores entregando su arte desinteresadamente, en función de un bien superior. A partir de ello, ingresamos a la sociedad de los concursos, los fondos, los proyectos y la gestión, que ha llevado a nuestro país a elevados niveles de reconocimiento en el mundo pero que nos ha exigido multiplicar la capacidad creativa e intelectual porque ya nada se nos daría desde las alturas, ni por afinidad política.
El balance no es malo, los artistas se sumaron con entusiasmo a esta nueva realidad de finales del siglo XX y comienzos del XXI, entregando a muchos de los propios a las diversas instancias de participación y formulación de políticas culturales, incluidos la no despreciable cantidad de dos -de tres-  Ministros Presidentes del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Pero, tarde o temprano, llega  la hora de ocuparse de lo propio. De verificar como otros -empresas, canales, gobiernos- usufructúan del talento ajeno sin pagar lo justo por ello. Por eso han florecido, junto con la institucionalidad cultural participativa, las agrupaciones de defensa de los derechos autorales y de intérpretes que seguirán fortaleciéndose mientras los líderes de nuestra sociedad sigan creyendo que el impulso renovador está en la innovación y no en la creación. Y no asuman que la creatividad es producto de personas talentosas que se han  formado para ello y que merecen el mejor trato porque su trabajo no es en serie, "ni se compra en la botica" , para usar una frase antigua.
De cuando los artistas trabajaban gratis.

23 marzo 2011

MATTA NO DEBE SER UNA PIEDRA PERDIDA



El poeta no es una piedra perdida. Tiene dos obligaciones sagradas: partir y regresar. El poeta que parte y no vuelve es un cosmopolita. Un cosmopolita es apenas un hombre, es apenas un reflejo de la luz moribunda”, declaró Pablo Neruda en el discurso con motivo de la donación de su biblioteca  y su colección de caracolas a la Universidad de Chile, en 1954. Viene al caso ante la idea de crear un Museo Matta, que conocí un atardecer lisboeta de fines de 2010, de labios de nuestro Embajador en Portugal, Fernando Ayala.

Desde entonces han transcurrido sólo tres meses, casi todos ellos en el año del centenario de Roberto Matta, y han acontecido algunos hechos que aderezan la idea: el 9 de marzo, el Senado de Chile, a propuesta del senador Hernán Larraín, acordó: “Solicitar al Gobierno del Presidente Sebastián Piñera, la creación de un Museo “Roberto Matta” cuya primera piedra pudiese estar puesta el próximo 11 del 11 del 11 en recuerdo al centenario de su nacimiento. Además, solicitar la creación de una Fundación Público-Privada que asumiera el sustento de este centro cultural que, junto con reunir y preservar su obra que está en colecciones de los museos nacionales, pueda efectuar adquisiciones y recibir donaciones de su trabajo artístico, efectuar exposiciones de otras colecciones que estuviesen disponibles, ser un lugar de encuentro y exhibición de artistas y tendencias vanguardistas que expresen las nuevas manifestaciones plásticas y, por cierto, constituirse en un espacio para el acceso de la ciudadanía, especialmente de niños y jóvenes, respecto del significado de la vida y obra de un pintor excepcional, como lo fue Roberto Matta Echaurren”.

Volví a consultar a Ayala, quién profundizó la iniciativa: "Chile es el único país donde podría construirse un Museo Matta, si hubiese nacido en Europa seguro ya lo tendría como Picasso en Barcelona, Dalí en Figueres o Van Gogh en Ámsterdam, por nombrar algunos.  Es sin duda uno de los grandes artistas surrealistas del siglo XX cuyo legado crecerá más con el tiempo y es, a la fecha al menos, el pintor chileno más reconocido en el mundo. Lo ideal sería desarrollar un proyecto público-privado donde el Estado levantara un nuevo museo a través de un concurso de arquitectura.  El compromiso del sector privado puede ser a través de empresas o familias pudientes (que tenemos varias) que podrían salir al mundo a comprar cuadros de Matta para donarlos y legar salas con sus apellidos o de manera anónima, tal cual se hace en muchos países. Además de perpetuar sus nombres enriquecerían el patrimonio cultural del país y contribuirían a acentuar la tendencia incipiente aún en Chile, de legar parte de las fortunas a instituciones públicas".

En el ínter tanto, en consonancia con el espíritu participativo de nuestra institucionalidad cultural trasladé la consulta a los lectores de este blog. Un gran número ha respondido (y podrá seguir haciéndolo hasta el 11 del 11 de 2011, a las 11). Más de la mitad –el 54%- ha aprobado la idea sin condiciones y un poco más de un cuarto -26%- ha sido categórico en la negativa. Podría decirse que la balanza se inclina categóricamente hacia el Sí, cuando se agrega como requisito la gestión público-privada de su financiamiento, más de un quinto –un 22%- que sumado a las otras opiniones positivas consolidarían un sólido tres cuarto de los votantes.

La triste realidad del Museo Chillida Leku, en las cercanías de San Sebastián, en el país vasco, reafirma que proyectos de esta envergadura deben contar con todos los apoyos posibles, dónde lo público no excluye lo privado y viceversa. La tristeza de la situación de la obra de Chillida es que sus herederos quieren a cómo dé lugar cumplir la voluntad del artista y las administraciones públicas –municipales o autonómicas- son categóricas en señalar que si ellos ponen plata, ellos administran y por tanto, subyugan la voluntad del creador, cuyos herederos tampoco tienen recursos suficientes para mantener el museo, que, como señala el diario El País, inevitablemente se oxida.

Lo de Matta recién comienza, si lo hace en el entendido de la alianza público-privada, como lo afirman el Senado de la República, los lectores activos y el Embajador, podríamos tener un horizonte en el que Matta deje de ser un cosmopolita y regrese a Chile, encarnado en su obra.

Y deje de ser, en palabras de Neruda, “una piedra perdida”.

18 marzo 2011

EL PRIMER AÑO DEL MINISTRO LUCIANO CRUZ COKE

Una evaluación de Arturo Navarro desde el punto de vista de sus tres roles -Presidente del CNCA, rango ministerial y jefe de servicio- y de las promesas del Programa de Tantauco de gobierno. En una columna audiovisual producida por Polítca Stereo.