06 marzo 2018

OSCARES: LA CULTURA Y EL ARTE NO HACEN MILAGROS



El Oscar (a La mujer fantástica) no es casualidad. Con esa afirmación, hecha casi al pasar, el Ministro (en propiedad) Ernesto Ottone, inició su exposición de la recién estrenada Encuesta Nacional de Participación Cultural 2017, el 6 de marzo. Acto seguido, comenzó a exponer detalladamente cómo y porqué los chilenos nos relacionamos con las diversas manifestaciones artísticas y culturales.


Sabía él que, lejos, la que atrae mayor cantidad de público es el cine y que por tanto, no debiera extrañar el Oscar en referencia. Eso es sólo el resultado de muchos años -casi 25- de aplicación de políticas culturales de fomento a las diversas disciplinas tambien con diversos resultados.

En el caso del cine se ha cumplido la célebre frase de Neruda al diplomático ruso que lo interrogó sobre cuándo va a haber buen cine chileno, por allá por los años sesenta del siglo pasado. 

- Va a haber buen cine chileno, cuando haya mal cine, esto es, cuando haya mucho cine chileno.

Y público que lo sustente, debió agregar el vate. Para ello se fueron creando políticas de apoyo, erradas algunas, como la que inició el Banco de Estado y exitosas otras, como las emprendidas por el Consejo Nacional del Audiovisual o la CORFO. 

Los apoyos son espejo de la constitución de los entes que los brindan: diversos, participativos, incluyentes... por eso no extraña que hayamos logrado, después de muchos años, una industria audiovisual capaz de ganar muchos festivales y culminar con un Oscar a una película de animación como Historia de un oso, con un contenido profundo surgido de nuestra propia historia como país: el doloroso exilio. Tampoco debiera extrañar que una  transexual fuese protagonista del Oscar más reciente, con una temática reivindicatoria de esa problemática que hoy se conversa en Chile.

Así, las políticas culturales elaboradas con la sociedad civil incluída, no podrían ser sino reflejo de la misma. No hay que ser brujo para predecir que vendrán nuevos triunfos en el cine universal porque tales políticas han venido para quedarse y son reconocidas como Estado.


Algo similar ocurre con otras disciplinas que aparecen en la valiosa e inexplorada aún Encuesta Nacional. Una enorme mayoría de los 12 mil 151 encuestados -77%- expresa que ha leído en el último año y de ellos, un 40% lo hace "porque me gusta". Otro éxito de las políticas de fomento de la lectura que vienen desarrollándose desde 1993, cuando se promulgó la Ley de Fomento del Libro y la Lectura y sus instrumentos: el Fondo del Libro y el Consejo Nacional que lo adjudica.

Los diferentes gobiernos fueron haciendo lo suyo: recuerdo la extrañeza de Pedro Lemebel cuando, a fines de 1999, fue invitado oficial a la delegación de Chile país Invitado de Honor a la FIL de Guadalajara. 

- ¿Están seguros?, preguntó, incrédulo.

Así es, la instrucción de la Cancillería -encabezada por José Miguel Insulza y Mariano Fernández- fue invitar a los escritores, a todos. 

Parecida fue la reacción cuando La Segunda, con caracteres de escándalo, denunció en portada que se asignaban fondos del Fondart a una antología gay.

- Estamos apoyando un proyecto literario de calidad, por su mérito, sin considerar la condición sexual de sus autores. Respondió a la misma prensa el jurado responsable.

Los ejemplos podrían ser muchos, así como los avances en materia de expresión artística. Ninguno es "porque el burro tocó la flauta", como reza la tradicional fábula.

Los avances se deben a la elaboración, aplicación y mantención de políticas culturales firmemente sustentadas en la sociedad civil y fuertemente sostenidas por gobiernos que creen en ellas.

Por tanto, no es adecuado decir que "el Oscar es un balde de agua fría para la derecha conservadora, la legitimación de lo que ellos no quieren". El arte no hace revoluciones ni milagros, solo lee -con la base de políticas culturales participativamente elaboradas- la sociedad en que vivimos. Sería un error llevar aguas al propio molino por un éxito tal o cuál.

Sobre Una Mujer Fantástica, la próxima Ministra Alejandra Pérez dice que significa "una conversación ineludible en cualquier familia, para bien o para mal y no solo cuando se trata de alguien trans, es el tema de la discriminación al distinto".

Es decir, el arte está en el cotidiano. Y el cotidiano no se alimenta de milagros, sino de la pura y simple realidad.

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