31 enero 2017

LA CIFRA CERO



Aunque parezca inverosímil, solo después de casi 20 años de contribuir sistemáticamente a redactar y publicar las Diez Cifras de cada año de trabajo del Centro Cultural Estación Mapocho, sus editores me han pedido redactar una inédita "Cifra Cero". Es decir, la introducción a aquellos números implacables que van dictando cuántos visitantes tuvimos; cuánto dinero aportamos a actividades artísticas; cuánto en mantener el edificio; que número de funciones de artes escénicas acogimos; cuántas exposiciones de artes visuales; cómo aumenta sólidamente el número de vecinos de las comunas del entorno que asisten a las actividades; o cuál es el grado de fidelidad que tiene nuestro público, así como su perfil etario, de género, los medios de comunicación usados para conocer de la programación o qué tipo de locomoción usan para llegar, entre los que el metro y las bicicletas suben con persistencia.


Es que la “Cifra Cero” se hace necesaria para introducir un informe anual que tiene mucho de conservación de la labor misional -mantención del edificio patrimonial y difusión de la cultura- junto a las indispensables innovaciones que hacen que este centro cultural vaya manteniendo su condición de plaza pública y ciudadana que Chile le ha entregado.

En 2016 se estrenó, contiguo al río, una ciclo vía que permitió el paso de peatones y ciclistas entre el agitado sector oriente de nuestra fachada y el más familiar Parque de los Reyes; marcando el corolario de un largo empeño de gobiernos nacional, regional y local - de diferentes signos - por conectar la capital a través de 42 kilómetros.

También se reforzaron las alianzas con los vecinos de la FOJI y Balmaceda Arte Joven; las funciones de teatro en la Plaza de la Cultura; las muestras de artes visuales en las tres salas destinadas a tal efecto; los talleres de arte mapuche y las compañías teatrales en residencia. Corretearon por la nave central variados equipos de grupos de teatro musical que ensayaron y se retrataron en nuestras instalaciones; hasta el Inti Illimani escogió la Sala de las Artes para preparar el concierto de celebración de sus cincuenta años. Aunque, es necesario aclarar, la presencia de su música es cotidiana pues resilientes músicos callejeros la interpretan a diario en la salida del metro Cal y Canto, que desemboca en el CCEM.

El 2016 continuamos la difusión de nuestro trabajo, no sólo con la edición de "Cultura, Patrimonio y Autofinanciamiento" en conjunto con RIL editores, sino también con estudiantes y colegas del exterior: presencialmente en Sao Paulo, reflexionando con gestores brasileños sobre nuestra labor; virtual y presencialmente en Americanosfera, exponiendo sobre los 103 años de vida de la magnífica estación, y recibiendo, como ya es habitual, a estudiantes de Harvard y Brown, pasantes en Chile.

También aportando importantes recursos para actividades de Gran Público como FILSA; Paris de Nuit, y Pasamos Agosto, fiesta de la Municipalidad de Santiago, comuna que ya supera el 11% de nuestros visitantes.

Es posible adelantar que la cantidad de público superó los 950 mil visitantes, con un índice de fidelidad de un 84% y se identificó una amplia variedad de comunas de procedencia de nuestro público: 116 lugares diferentes.

Queremos que el 2017, esta fuerza no cese y se refleje en aumentar los proyectos culturales de gran impacto en nuestra programación; mejorar infraestructura y servicios al usuario, especialmente en accesibilidad; desarrollar un nuevo sitio institucional, acorde a las necesidades del Centro Cultural y seguir avanzando en acuerdos de asociatividad entre centros culturales, corporaciones y fundaciones sin fines de lucro.

Todo, en un año que se augura complejo, tanto por las consecuencias de los devastadores incendios en gran parte del territorio, como en la realización de primarias, campañas y elecciones parlamentaria y presidencial y la alta posibilidad de que tengamos un Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

La Memoria completa con las diez cifras del 2016 del CCEM, puede consultarse en http://bit.ly/2jQaIdD

24 enero 2017

EL ESTADO Y SU ROL EN CIENCIA Y CULTURA


Con este título, el diario La Tercera editorializa, el 23 de enero 2017, aclarando que "tanto la cultura como la ciencia son ámbitos fundamentales para el desarrollo y bienestar de las sociedades, y al Estado le cabe un rol relevante en promoverlas, pero para ello existen instrumentos más eficientes que un ministerio, como por ejemplo agencias especializadas de alto perfil técnico que asignen fondos concursables. Tanto las ciencias como la creación cultural son procesos que se nutren de la innovación y la creatividad, por lo que un órgano de carácter vertical y dirigente, como sería un ministerio, parece contraproducente". Al dia siguiente, el Ministro Ernesto Ottone reaccionó en el mismo diario: "Frente a ciertos cuestionamientos infundados en torno al Proyecto de Ley que crea el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, nos parece pertinente entregar algunos antecedentes para despejar dudas acerca de su contenido y de cómo fue concebido".


El editorial fue una estocada, tardía pero fuerte, contra dos proyectos del Ejecutivo que están en discusión, con distinto grado de avance. Ignorando, eso sí, que la sociedad y la ciudadanía comparten el criterio de que el ministerio sería un mal menor respecto de la desatención del estado hacia estos sectores y que tanto el uno -cultura- como el otro -ciencia- han comenzado por un proceso participativo de los mundos respectivos y que difícilmente artistas, gestores, patrimonialistas y científicos se dejarán, a estas alturas, manejar por un órgano vertical y dirigente.

Responde Ottone: "la iniciativa, que hoy se encuentra en segundo trámite legislativo en el Senado, ha recorrido un largo camino. Son años de debates, comisiones, seminarios y encuentros en que todas las instituciones, creadores, cultores y ciudadanía, incluyendo las asociaciones de funcionarios del CNCA, Dibam y CMN, han trabajado incansablemente para materializar este proyecto".

El argumento del editorial es que ciencia y cultura "generan bienes que tienen un valor comercial. Por ejemplo, innovación en procesos productivos o material para audiencias masivas (cine, música, literatura, arte, etc.) donde el rol del Estado no genera ningún valor y, en cambio, puede ser fuente de ineficiente asignación de recursos y espacio para la captura de estas instituciones por parte de grupos de interés". Es decir, los sectores en cuestión tienen una alta posibilidad de generar su propios recursos y por tanto, contribuir a financiarlos. En este caso, los aportes del estado serían complementarios y orientados hacia aquellos rubros imposibles de auto financiar, como la infraestructura, en cultura.

Estamos, en consecuencia, en presencia de sectores en los que se puede aplicar el concepto de financiamiento mixto o compartido, lo que se debe reflejar en institucionalidades en las que participen ambos sectores de generación de recursos. Más "el tercer sector", que en cultura, está constituido por las audiencias, el crowdfunding o el fundraising. Es decir, todo aquello que surge como contribución -vastamente demostrada en Chile a contar de 1990- de los gestores que administran espacios culturales y logran financiarlos parcial -como el Teatro Municipal- o totalmente, como el Centro Cultural Estación Mapocho.

No obstante, editorial y Ministro coinciden en que la actual situación institucional merece ser revisada. La multiplicidad de organismos que hoy inciden diluyen esfuerzos, además de perder coordinación.

Desafortunadamente, por deficiencias de nuestro aparato público anticuado, en ocasiones es dificultoso coordinar la multiplicidad de organismos, creados con distintas leyes y diferentes propósitos y tiempos, sin recurrir a la adusta figura del ministerio. Es lo que acontece con la necesidad de reunir bajo una misma mano al Consejo de la Cultura y la DIBAM, que se han resistido, en especial esta última, a coordinarse como ordena la Ley que creó el CNCA. 

"La pregunta -agrega La Tercera- es si la creación de nuevos ministerios será la solución a estos problemas o, por el contrario, significará una innecesaria injerencia estatal y más burocracia. En efecto, en régimen, el Ministerio de la Cultura se estima que costará más de $ 17 mil millones anualmente".

No es buen argumento el económico pues siempre serán pobres las cifras de la cultura en relación a otros sectores. Tampoco es razonable el argumento que "una alternativa es que el Estado tenga un rol menos activo en cuanto a dirigir las políticas, generando condiciones para que la industria cultural y científica puedan desarrollarse y, paralelamente, entregar recursos de manera competitiva cuando sean necesarios", pues es sabido que las diferentes políticas para las artes y la cultura han sido y están siendo elaboradas participativamente. Dice Ottone: "durante los últimos años -a través de un proceso de participación de la comunidad artística y ciudadana- nuestra institución ha articulado y actualizado las políticas del Libro, la Música y el Audiovisual. Este año contaremos con políticas para Artes Escénicas, Artesanía y Artes Visuales, junto con iniciar el trabajo de elaboración de las políticas de Arquitectura y Diseño. Documentos que no solo proyectan estrategias de acción a mediano plazo, sino que además, lo hacen tejiendo relaciones interministeriales".

Atribuye el editorial al "modelo que ha seguido EE.UU., donde el grueso de la inversión proviene del sector privado -que accede a significativas deducciones tributarias por donaciones para estos fines- financian con recursos públicos investigación y creación de manera muy selectiva, aunque abierta a todo tipo de instituciones". Desafortunadamente, la Ley de estímulos tributarios chilena tiene escuálidos resultados y sus procedimientos se han vuelto progresivamente más engorrosos, junto con demostrar que la mentalidad filantrópica de los Estados Unidos dista mucho de la nacional, refractaria a donar más allá de las organizaciones de caridad y religiosas.

Tampoco es verdad que los fondos concursables hayan seguido "el modelo del National Endowment for the Arts" que expone el editorialista, sino éstos han aplicado el modelo que la literatura especializada conoce como Estado Patrocinador, nacido en el Reino Unido de las post guerra como una manera de poner una distancia de brazos entre el gobierno que pone recursos y el consejo que los asigna. Consejos nacional, sectoriales y regionales, que persisten en el tiempo sin poder ser modificados por el gobierno de turno, y que tienen atribuciones no sólo en la asignación de fondos, sino también y principalmente, en la determinación de las políticas culturales.

La Tercera termina sugiriendo que "los fondos concursables y las leyes de donaciones culturales parecen ser más adecuados para equilibrar incentivos, evitar discrecionalidad por parte del Estado y cuidar la eficiencia en el gasto". En ese sentido, "sería preferible aprovechar mejor la institucionalidad ya existente, como el Consejo de la Cultura y de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica".

Hoy, los recursos dirigidos a los Fondos de Cultura -responde el Ministro- alcanzan solo el 19% del presupuesto total del CNCA. Opuesto a lo que sucedía en sus inicios, donde llegaba a un 70%. "Actualmente, el 80% de los recursos que gestiona nuestra institución, están destinados al desarrollo e implementación de políticas culturales nacionales, sectoriales y regionales, como también a programas que benefician a los creadores y a la ciudadanía en su conjunto".

Por su parte, el sector patrimonio requiere urgentemente no sólo vincularse a las artes sino también una modernización de sus estructuras con una fuerte inyección de gestión en ellas

Por ese lado van los proyectos comentados, una actualización de la estructura pública, con sendos consejos que posean el máximo de atribuciones posibles, que junto con actuar comiencen a explorar nuevas formas orgánicas, más definitivas y, quizás, conjunta de varias áreas, hasta hoy dispersas.

No hay que ignorar que existen ministerios de Cultura y Comunicaciones; Cultura y ciencias; Cultura y turismo; Cultura, deportes, comunicaciones y turismo... Y también que cada tanto, cambian de nombre y jerarquía.

Las estructuras del Estado son para servir eficazmente al ciudadano y no a la inversa. Y está en manos de los incumbentes irlas adecuando a los tiempos, que parecen ir más rápido que las legislaciones. Es lo que se está haciendo con instituciones, según Ottone, como la Dibam, que data desde 1929; el CMN de 1925, o el CNCA del 2003, siendo heredero del Departamento de Extensión Cultural del Mineduc.

"Por eso invito a cambiar las interpretaciones alarmistas y desinformadas que hemos leído y escuchado, ya que reflejan desconocimiento de las dinámicas del Estado y poca generosidad con un proceso tan anhelado por el sector cultural y la ciudadanía. El Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio se torna fundamental para tener una institucionalidad más eficiente y coordinada".

Veremos pronto cómo los Senadores toman este llamado.

12 enero 2017

EL CEP, LOS SENADORES Y EL MINISTERIO


Valdivia, septiembre de 2012, culminaba la novena Convención Nacional del CNCA, y el entonces consejero regional metropolitano, Pablo Chiuminatto, sin que los organizadores pudiesen evitarlo, espetó en el micrófono en referencia a la presencia - o ausencia- del entonces Ministro Luciano Cruz Coke en las sesiones convencionales: "Cuando hay autoridades, no hay diálogo y cuando hay diálogo, no hay autoridades". Han pasado más de 4 años y el ex consejero vuelve a la carga, en carta publicada en El Mostrador, aludiendo al proyecto de ministerio, iniciado en el mandato de Cruz Coke, como "un invento del gobierno para el gobierno". Esta vez tuvo respuesta.  


Hace unos dias el Centro de Estudios Públicos publicó el artículo Ministerio de las Culturas: análisis de diseño institucional, de uno de los principales colaboradores del ex ministro, Jorge Larraín y José Miguel Benavente, que señala: "los órganos colegiados del CNCA han actuado consistentemente como un contrapeso efectivo a las autoridades de gobierno. El rol ejercido por el directorio nacional sobre el diseño y mantención de la política cultural, esto más allá de los alcances que debiera tener dicha política, y la autonomía de dicho órgano frente a las autoridades de gobierno son pilares fundamentales que sugerimos mantener en nuestra institucionalidad cultural".


En la síntesis, Benavente y Larraín, consideran que "la idea matriz del proyecto, de consolidar las diversas organizaciones culturales existentes —o al menos las de mayor relevancia- en un Ministerio que pueda implementar eficazmente una política de Estado en materia cultural, es adecuada. A trece años de la creación del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, es razonable reconocer que su rol de coordinación sobre órganos de igual jerarquía institucional ha sido limitado. No obstante, consideramos conveniente hacer modificaciones que resguarden la autonomía de los órganos colegiados frente al poder ejecutivo y mantengan su rol como garante de políticas de Estado orientadas al largo plazo". 

En su carta, el ex consejero sospecha que esa autonomía no se cumple en el proyecto y que "era responsabilidad de los legisladores" velar por ello. Éstos no habrían cumplido su misión, presumiendo una especie de colusión entre el gobierno actual, que anotaría el nuevo Ministerio entre sus logros legislativos y el que vendrá, quien, finalmente, saque provecho de este instrumento, que sería inspirado por el principio de "En cuanto oigo la palabra cultura extiendo un cheque en blanco al portador".

La tesis del cheque (instrumento bancario en vías de extinción) pudo existir en nuestro país en política cultural hasta inicios de los setenta y esa realidad, sumada a la absoluta prescindencia de apoyo estatal a la cultura que practicó la dictadura, llevó a que con el retorno de la democracia se promoviese, con éxito, un camino mixto para nuestro desarrollo cultural. Que el cheque fácil se evitara a través de jurados plurales que administraban fondos concursables transparentes y que los riesgos de manipulación autoritaria se eliminaran mediante la creación de consejos plurales, representativos e inamovibles por el gobierno de turno. Es decir, mirando más al modelo británico del post fascismo -un Estado Patrocinador-  que aquel de España o Francia, conocido como del Estado Arquitecto, del cual se consideró una eficiente política de infraestructura cultural.

En ese escenario surge la lógica necesidad de reunir en un solo techo a entidades equivalentes -los servicios públicos DIBAM y CNCA- pero, nuestro ordenamiento jurídico no reconoce otra forma que las pueda agrupar que un Ministerio. Por ello, el proyecto optó por esa figura, manteniendo la estructura del Consejo Nacional y sus consejos regionales y sectoriales. Dándole al primero la facultad de "Aprobar la Estrategia Quinquenal Nacional, a propuesta de su presidente, la que servirá de marco referencial de las políticas del sector. Dicha estrategia deberá considerar la Estrategia Quinquenal Regional" (Articulo 17 número 1 del proyecto).


Los Senadores, reunidos en Sala el 4 de enero, agregaron otros aspectos a discutir como "¿para qué queremos una institucionalidad cultural?" (Guido Girardi); "La cultura es un componente de la vida social de carácter transversal, por eso no es fácil definir una institución pública. A la hora de diseñar la tarea es compleja, porque aquí no se trata de levantar organismos y darle recursos, sino que generar espacios para la participación, de descentralizarse" (Rabindranath Quinteros); "La cultura debiera preocuparse de aspectos como la ciudad y los espacios públicos, por ejemplo, al impacto de los centros comerciales en el concepto de ciudad" (Carlos Montes en la Comisión de Educación).

Los autores del CED proponen a su vez, que "se revise la orgánica propuesta para la Subsecretaría del Patrimonio. Si ya la institucionalidad de 2003 fue ineficaz en minimizar la ocurrencia de problemas coordinación, respecto a las políticas sobre el patrimonio, sería inexplicable que una estructura excesivamente compleja mantuviera los mismos problemas trece años después".


En la discusión en particular, aun no iniciada en la Cámara Alta, surgirán estas y otras temáticas, tanto en la Comisión de Educación y la de Hacienda como luego en la Sala. Se inicia además un año electoral, por lo que se abren posibilidades para que los ciudadanos y las diferentes candidaturas se pronuncien públicamente al respecto.

El objetivo es afianzar políticas de Estado, como las elaboradas participativamente a contar de 2004 o las que surjan de los planes quinquenales, que las autoridades designadas por cada gobierno -cualquiera este sea- no puedan obviar.

Se evita así el temor de que esta sea una entidad "de gobierno para el gobierno".

La cultura es mucho más que eso, es asunto de Estado.

10 enero 2017

JORGE GONZALEZ, UN DIGNO CONDECORADO



"El ministro de cultura acaba de robarle la dignidad a una ceremonia íntima entre un artista y su público" tuiteó el escritor y crítico Álvaro Bisama, probablemente al calor del recital-ceremonia que bajo el título de Cumbre del Rock Chileno, repletó el Estadio Nacional el 7 de enero de 2017 junto a artistas como Alvaro Henríquez, Camila Moreno, Los Tetas, Alex Anwandter, Nicole, Nano Stern, Joe Vasconcellos, Javiera Mena, López, Mon Laferte, entre otros. Fue la última presentación del ex Los Prisioneros, quien anunció su retiro de los escenario luego de sufrir en febrero de 2015 un accidente cerebro vascular que lo dejó con problemas motores y de habla. La más reciente receptora de la Orden al Mérito fue Joan Turner, viuda de Víctor Jara, a quién se la distinguió en La Moneda, de la mano de la Presidenta de la República, el pasado 9 de diciembre.


La Orden al Mérito Artístico y Cultural Pablo Neruda, máximo galardón del Estado de Chile en este campo, creada por el Directorio del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes en 2004, con motivo de la conmemoración de los cien años del natalicio de Neruda, consiste en un diploma y una medalla elaborada por el escultor Federico Assler.

En el último tramo del concierto, González recibió la Orden al Mérito, entregada por el Ministro de Cultura, Ernesto Ottone, que Jorge González redujo al mínimo: apenas recibió el trofeo, anunció por su micrófono la siguiente canción: Tren al sur.

Una vez terminado el concierto, se entregó el premio Ícono del Rock, a Álvaro Henríquez de manos del propio Jorge González, que sin emitir palabras traspasó el galardón en una ceremonia tan breve como fría, con el líder de Los Prisioneros rodeado de sus dos hijos en la última actividad sobre el escenario.

¿Tiene razón Bisama al cuestionar la oportunidad de la condecoración? Pues nadie niega su pertinencia. ¿Es posible imaginar que la expresión artística se reduzca sólo a la intimidad entre artista y su público? En cierta medida si, si nos quedamos en las apariencias. Pero "tras bambalinas" hay mucho más que eso. Tras cada creador hay equipos de sonidistas, iluminadores, productores, comunicadores y un largo etcétera a los que, en grandes ocasiones, se suma la presencia del reconocimiento público a la trayectoria de un artista de excepción. 

Ocurrió el 15 de agosto de 2001, cuando el Presidente Ricardo Lagos, y la ministra de Educación, Mariana Aylwin, entregaron la Condecoración Orden al Mérito Docente y Cultural Gabriela Mistral, en el grado de Gran Oficial, al director de la Orquesta Filarmónica de Israel, Zubin Mehta, en el Teatro Municipal de Santiago.

¿Existe un mejor lugar para premiar a un artista que el escenario donde recibe el aplauso de su público?

La Moneda, dirán algunos, como aconteció recientemente con Joan Jara. Tal vez, pero no olvidemos que parte del honor a Joan, como ella misma señaló, lo comparte con su marido Víctor Jara. Y como nos hubiese gustado condecorar a Jara en un Estadio Nacional repleto, coreando sus canciones.

Ambos escenario son de equivalente dignidad: el del escenario rebosante de seguidores y el del Palacio de Gobierno que simboliza a todos los chilenos y chilenas. En ambos, real o simbólicamente, actúa el soberano y premia a sus ídolos.

No olvidemos, además, que el Ministro Ottone no sigue un capricho ni una voluntad personal. El galardón a Jorge González, como el de Joan Turner, fue otorgado por un órgano colegiado y representativo -según la Ley- de la sociedad civil chilena en el que participan también, aunque minoritariamente, integrantes del poder Ejecutivo. 

En definitiva, es interesante la llamada de atención de Bisama, pero es también relevante que el Estado de Chile premie a sus mejores en entornos significativos de la vox populi.

Lo que no se pierde en una instancia así, es la dignidad.

05 enero 2017

APROBADA LA IDEA, FALTA EL DETALLE


"Estamos en un muy buen pie para crear una nueva institucionalidad, más eficiente y eficaz, donde el patrimonio y las artes puedan convivir de una manera armónica e integrada. Ahora pasamos a la etapa de discusión en particular del proyecto de ley en la Comisión de Educación y Cultura, y estamos muy esperanzados en que tal como lo comprometió la Presidenta, sacaremos antes que se acabe el gobierno, el futuro Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio”.  Con esas palabras, ponderadas y optimistas a la vez, el Ministro Ernesto Ottone reaccionó ante la aprobación unánime -36 Senadores a favor, ninguno en contra- de la idea de legislar respecto de la creación de un Ministerio que se ocupe de las tareas de la o las culturas.


Porque lo primero que está pendiente para su discusión en particular es precisamente su nombre. Hay buenas razones para hacer un gesto político y reconocer que Chile es un país multicultural, pero también las hay para sostener que el concepto de cultura abarca los de patrimonio y las artes. A la vez, el sentido práctico indica que -como Macul, Alameda y otras calles rebautizadas- el uso será el de Ministerio de Cultura, tal como Economía no usa sus apéndices "de Fomento y Turismo".


De los interesantes discursos de la Sala del Senado, en la tarde del 4 de enero, se desprende que no existe mayoría clara en ninguno de los dos sentidos. Como si parece haberlo en cuanto a incrementar la descentralización del futuro ente.


El texto del Senador Rabindranath Quinteros "la cultura constituye nuestra forma de vida, lo abarca todo y por lo tanto no puede ser vista de manera sectorial. Es un componente de la vida social de carácter transversal, por eso no es fácil definir una institución pública. A la hora de diseñar la tarea es compleja, porque aquí no se trata de levantar organismos y darle recursos, sino que generar espacios para la participación, de descentralizarse", da una señal respecto de la necesidad de mejorar la estructura regional del proyecto y aclarar cuales serán las atribuciones y jerarquías entre Seremis, directores regionales de servicio como el de Patrimonio y los niveles de decisión que los consejos regionales tendrán para determinar las políticas culturales de su zona. Es verdad que el proyecto de indicación sustitutiva, en su redacción, optó por un método inclusivo, dando a entender que era mejor que algunas de las muchas ramas y organismos incluidos pudieran ser reordenados y hasta transformados en la discusión parlamentaria en particular.


Como ello no ocurrió en el debate de los Diputados, demostrando de paso que no es una buena idea una Comisión de Cultura y que es una mejor determinación la que tomó Ottone de mantener la discusión en la aguerrida Comisión de Educación del Senado, que hizo interesantes aportes resumidos por su Presidente, Ignacio Walker: "Las principales discusiones que se dieron: si era un servicio o un ministerio, este último que pudiera darle una unidad a todas las instituciones en la materia; otra discusión fue si crear una o dos subsecretaria. Y existen tres temas que se deben fortalecer: la denominación del ministerio; la organización de la secretaria del Estado, y el rol del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes". En coherencia con ello, el integrante de la Comisión, Andrés Allamand, reforzó: "quiero detenerme en los tres puntos ya mencionados: el tema del nombre del ministerio no es un asunto menor; con respecto a las dos subsecretarías es un tema que habrá que resolver; y donde veo la mayor complejidad es cómo se encajan los consejos y la sociedad civil en esta estructura ministerial".


El senador Víctor Pérez, que concurrió a la sesión en que se aprobó el proyecto en la Comisión en reemplazo de Ena Von Baer, complementó señalando que "queremos un país que se desarrolle culturalmente y que represente la diversidad, pero me preocupa que esta estructura sea realmente la adecuada. Estamos generando un ministerio vertical con organizaciones horizontales, con dos subsecretarías que pueden ser un exceso, además de la necesidad de conocer cuál será el rol de los gobiernos regionales y cómo se relacionarán entre sí".


El punto del cruce entre los órganos participativos horizontales existentes, que se mantienen, con una estructura ministerial necesariamente vertical será una prueba para las indicaciones que se anunciaron pues de la mayoría de las intervenciones se desprende el ánimo de no perder las instancias de participación logradas por el CNCA, sino, ojalá, incrementarlas a lo menos en el ámbito de la descentralización. "Me preocupa que exista traspaso de competencias a cada uno de los gobiernos regionales, para que cada región sea protagonista de su cultura" añadió el Senador magallánico Carlos Bianchi.

Al Senador Guido Girardi, le parece que "este es uno de los temas en los que debemos hacer una reflexión mayor, ¿para qué queremos una institucionalidad cultural? Me parece que aquí no están explicitados los grandes fundamentos y hacia dónde se quiere ir y entenderse la sociedad chilena. Votaré a favor, pero hay que reflexionar de cómo tiene que ser nuestro futuro". Agregando que más que el futuro de nuestro pasado, le interesa debatir sobre "el futuro de nuestro futuro".


Los senadores Alejandro Navarro y Francisco Chahuan coincidieron en la necesidad de dejar explicitado que la sede del nuevo ministerio debe ser la ciudad de Valparaíso, cuestión que el proyecto considera, a excepción de la subsecretaría del Patrimonio y el servicio que de ella dependerá, que sería Santiago.


En resumen, el gobierno y el Ministro Ottone, se anotaron un triunfo tanto con la aprobación de la idea de legislar como el que ésta haya sido unánime. Además, provocaron un debate de un nivel coherente con el tema en cuestión, dejando en evidencia que la estrategia de ordenar la casa de las diversas instituciones ocupadas de la cultura de ninguna manera cierra la posibilidad de discutir en adelante sobre los porqué de dicho ordenamiento y las características que debiera adquirir la cultura en nuestro aparato estatal, las que inevitablemente deberán considerar la incorporación tanto de actores del mundo privado como público, así como de personas representativas de las diversas culturas que han dado forma a nuestro país.


En adelante, el diálogo entre la presentación de indicaciones parlamentarias y el prudente manejo de las urgencias por parte del Ejecutivo, podría llevar a que el segundo semestre de 2017 pueda promulgarse la ley que crea, en Chile, el primer Ministerio de Cultura(s) de su historia.

03 enero 2017

VALPARAÍSO SE AMA Y SE QUEMA


Nuestro puerto es -a pesar de la tragedia más reciente- un lugar capaz de brindarnos en el lapso de un par de horas, la felicidad más grande por haber disfrutado un año nuevo con maravillosos fuegos artificiales, la tradicional generosidad de los porteños que brindan en las calles con los paseantes y, acto seguido, la más dantesca de las plumas de humo que delata un incendio de proporciones que, viento feroz mediante, se alojó en las puertas de la ciudad. No alcanzamos a ponderar las ventajas de la nueva escoba alcaldicia (que barrió las basuras de la celebración de cambio de año) cuando el edil debió salir nuevamente a proponer formas de evitar incendios, proteger -no de las llamas, sino de la morbosidad- a los damnificados y recibir autoridades desde la Presidenta de la República, con la que compartió prioridades: la gente, las llamas y luego la reconstrucción.


Ya se anunciaba algo el primer día del 2017: una vivienda de dos pisos ardió, por poco rato, en la calle General Mackenna del cerro Yungay. Pocas horas después, carros bombas y voluntarios de CONAF trepaban los cerros rumbo a un incendio forestal en Laguna Verde -el Club de Pesca y Caza- que en menos de 24 horas se descontrolaría.  

A pesar de ello, el reposo, festejo y reposo, ampliado con un nuevo feriado, dejó paso a la preocupación. Ardía Playa Ancha, se quemaba el histórico regimiento Maipo, Puertas Negras se carbonizaba haciendo honor a su nombre... 

En poco rato, los porteños, los ediles de ciudades vecinas -con algo de retraso la de Viña del Mar- y la ciudadanía en general se aprestó para brindar apoyo a los damnificados. Militares, carabineros, bomberos, brigadistas de CONAF llegaron a los sectores fronterizos de las llamas y evitaron que la tragedia pasara a mayores. Parecía, como si todos estuvieran esperando la tragedia. Listos para intervenir, albergues dispuestos con oficina móvil del Registro Civil incluída en aquellos para personas y la novedad: depósitos para especies que tendrán vigilancia rigurosa para evitar robos de artículos valiosos para los afectados.

La primera polémica que se advierte -no puede sino ser así en Valparaíso- es entre quienes quieren reforestar la vegetación introducida -pinos y eucaliptos- con repoblamiento de especies autóctonas como peumos, boldos, maitenes, litres, quilas y pataguas, y quienes no lo creen relevante.

No es un tema menor, metáfora de otras expresiones externas que los porteños suelen rechazar de diversas maneras -en algunos casos enfrentando a los hinchas de Colo Colo en verdaderas batallas campales- en otras, mirando con recelo a quienes consumen marraquetas en lugar de pan batido.

Es que, aunque la distancia entre Valparaíso y la capital es poca, las distancias culturales son considerables y quizás la manera de enfrentar  los indispensables cambios en la convivencia -como depositar la basura en los tachos correspondientes y no en las quebradas- debe enfrentarse también como un tema multicultural.

Afortunadamente, Valparaíso tiene potencial intelectual -sus universidades, sus cuerpos bomberiles y otros de emergencia, como el bote salvavidas o los voluntarios de CONAF- pueden y deben aportar su experiencia en la construcción de nuevos comportamientos en las tragedias allí donde sea necesario y reforzar aquellos otros que hacen alusión a su patrimonio.

También hay instancias culturales avecindadas en el puerto que pueden hacer su aporte, como el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes o el Festival Puerto de Ideas que bien podrían incorporar en sus agendas la presencia de expertos que aporten a la ciudad conocimientos de punta en temas de emergencias y tragedias. Para culminar, por fin, en un plan de manejo de nivel nacional para las zonas declaradas Patrimonio de la Humanidad.

Por ahora, una señal en el sentido correcto parece ser la separación de la cuenta pública del Congreso Nacional de la festividad de las Glorias Navales que hacia correr a los Presidentes y extenuaba a las fuerzas policiales que debían garantizar el orden en ambos actos. Y que costó la vida a un trabajador municipal en 2016.

Quizás la elección popular de un gobernador regional sea otro paso en la dirección de otorgar voz a las costumbres y usos de las localidades diferentes a Santiago.

Es que, como en otras áreas, el cambio debe ser cultural o no será.