10 enero 2017

JORGE GONZALEZ, UN DIGNO CONDECORADO



"El ministro de cultura acaba de robarle la dignidad a una ceremonia íntima entre un artista y su público" tuiteó el escritor y crítico Álvaro Bisama, probablemente al calor del recital-ceremonia que bajo el título de Cumbre del Rock Chileno, repletó el Estadio Nacional el 7 de enero de 2017 junto a artistas como Alvaro Henríquez, Camila Moreno, Los Tetas, Alex Anwandter, Nicole, Nano Stern, Joe Vasconcellos, Javiera Mena, López, Mon Laferte, entre otros. Fue la última presentación del ex Los Prisioneros, quien anunció su retiro de los escenario luego de sufrir en febrero de 2015 un accidente cerebro vascular que lo dejó con problemas motores y de habla. La más reciente receptora de la Orden al Mérito fue Joan Turner, viuda de Víctor Jara, a quién se la distinguió en La Moneda, de la mano de la Presidenta de la República, el pasado 9 de diciembre.


La Orden al Mérito Artístico y Cultural Pablo Neruda, máximo galardón del Estado de Chile en este campo, creada por el Directorio del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes en 2004, con motivo de la conmemoración de los cien años del natalicio de Neruda, consiste en un diploma y una medalla elaborada por el escultor Federico Assler.

En el último tramo del concierto, González recibió la Orden al Mérito, entregada por el Ministro de Cultura, Ernesto Ottone, que Jorge González redujo al mínimo: apenas recibió el trofeo, anunció por su micrófono la siguiente canción: Tren al sur.

Una vez terminado el concierto, se entregó el premio Ícono del Rock, a Álvaro Henríquez de manos del propio Jorge González, que sin emitir palabras traspasó el galardón en una ceremonia tan breve como fría, con el líder de Los Prisioneros rodeado de sus dos hijos en la última actividad sobre el escenario.

¿Tiene razón Bisama al cuestionar la oportunidad de la condecoración? Pues nadie niega su pertinencia. ¿Es posible imaginar que la expresión artística se reduzca sólo a la intimidad entre artista y su público? En cierta medida si, si nos quedamos en las apariencias. Pero "tras bambalinas" hay mucho más que eso. Tras cada creador hay equipos de sonidistas, iluminadores, productores, comunicadores y un largo etcétera a los que, en grandes ocasiones, se suma la presencia del reconocimiento público a la trayectoria de un artista de excepción. 

Ocurrió el 15 de agosto de 2001, cuando el Presidente Ricardo Lagos, y la ministra de Educación, Mariana Aylwin, entregaron la Condecoración Orden al Mérito Docente y Cultural Gabriela Mistral, en el grado de Gran Oficial, al director de la Orquesta Filarmónica de Israel, Zubin Mehta, en el Teatro Municipal de Santiago.

¿Existe un mejor lugar para premiar a un artista que el escenario donde recibe el aplauso de su público?

La Moneda, dirán algunos, como aconteció recientemente con Joan Jara. Tal vez, pero no olvidemos que parte del honor a Joan, como ella misma señaló, lo comparte con su marido Víctor Jara. Y como nos hubiese gustado condecorar a Jara en un Estadio Nacional repleto, coreando sus canciones.

Ambos escenario son de equivalente dignidad: el del escenario rebosante de seguidores y el del Palacio de Gobierno que simboliza a todos los chilenos y chilenas. En ambos, real o simbólicamente, actúa el soberano y premia a sus ídolos.

No olvidemos, además, que el Ministro Ottone no sigue un capricho ni una voluntad personal. El galardón a Jorge González, como el de Joan Turner, fue otorgado por un órgano colegiado y representativo -según la Ley- de la sociedad civil chilena en el que participan también, aunque minoritariamente, integrantes del poder Ejecutivo. 

En definitiva, es interesante la llamada de atención de Bisama, pero es también relevante que el Estado de Chile premie a sus mejores en entornos significativos de la vox populi.

Lo que no se pierde en una instancia así, es la dignidad.

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