29 febrero 2016

DE AJUSTES, ABUELOS, OSOS Y EXILIOS


Pocas actividades más humanas que contar historias. Algunas se las lleva el viento como aquellas que se cuentan en un escenario de la Quinta Vergara con fines humorísticos y de rating. Otras, se narran después de haberlas pensado mucho, de haber digerido su contenido, de haber podido asumir sus tristezas y dolores. Es el caso de La historia de un oso, que nos llenó de imaginación un improbable 29 de febrero, el de 2016. Esta historia del exilio de un futuro abuelo, de la captura y humillación de un militante allendista, vuelve sobre sus captores y llena de oprobio a los hechores y sus complices pasivos. 


Mientras celebrábamos, se conoce también otra realidad, la presente, que implica reducir los recursos fiscales para el año que comienza, lo que obviamente alcanza tambien a la cultura. El hecho trae a la memoria las reacciones de museos españoles enfrentando la recesión de hace algunos años. Primero, quejas, luego reducción de actividades. Si nos dan menos desde el gobierno, pues haremos menos exposiciones en igual proporción. Exactamente lo contrario a que acostumbramos en América Latina. Si hay menos recursos, pués debemos redoblar los esfuerzos, la gestión y la búsqueda de recursos privados. Es la diferencia entre quienes poco conocían de crisis y quienes sobrevivimos en ellas.

Cuando el realizador de La historia de un oso grita ¡Viva Chile!, a voz en cuello, aferrado a un Oscar, no está avivando sólo a un gobierno, sino a un país que contribuyó a la factura del documental, a su universidad; al Consejo Nacional de la Cultura y su sectorial audiovisual de composición transversal; a la Corporación de Fomento; a diversas formas de apoyo de nuestra diplomacia; a ciudadanos que se fotografiaron con el Oso en pleno paseo Ahumada, a festivales anteriores que lo habían reconocido... A una manera de hacer arte en nuestro país.

En definitiva, a toda una trama que le permitió llegar a Hollywood y ganar. Trama que comenzó con una historia triste, de un abuelo alejado a la fuerza por la dictadura y que sólo hoy, después del Oscar, se decide a mirarse en pantalla. Es que su drama es universal. 

Gabriel Osorio no cuenta sólo de su abuelo; narra, en tiernas imágenes, las vidas de desterrados que cruzan el Mediterráneo, o la frontera Siria, incluso la de nuestro país, viniendo de Haití, Colombia o Perú, escapando de flagelos tan presentes como agobiantes.

Todo ello nos debe llevar a extremar esfuerzos para que -ojalá- continuen produciendose, en Chile y otras partes, estas creaciones que no nos permiten vivir como si nada malo ocurriera. Como si no hubiese muchos motivos en el mundo para decir "Nunca más..."


El mismo día cuya noche nos llenó de Oscar, el diario La Tercera publicó un llamado del Consejo Nacional de la Cultura, convocando, por segunda vez, a tres postulantes de la sociedade civil para que integren el Comité Calificador de Donaciones Privadas. Feliz coincidencia que permite estimular a quienes deseen postularse para contribuir -hasta el 15 de marzo- a la gran tarea de mejorar los financimientos privados a nuestro desarrollo cultural.

En alegres tiempos de triunfo de nuestros artistas es momento de recordar también que la cultura es tarea de todos y sus creaciones, hermosos motivos para seguir relatando historias a nuestros nietos.

Como este Oso y los que vendrán.


3 comentarios:

  1. Excelente. Felicitaciones. Qué bien hace leer artículos como éstos ; nos recuerdan lo importante.

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  2. Excelente. Felicitaciones. Qué bien hace leer artículos como éstos ; nos recuerdan lo importante.

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