La trilogía de Gestión, Infraestructura (o espacios) y Audiencias constituye la base de lo que hemos llamado el modelo chileno de desarrollo cultural, junto a los fondos concursables públicos, mayoritariamente orientados a desarrollar las artes.
La gestión cultural, como factor transversal, está presente en todos los niveles y obviamente forma parte integral de los diferentes tipos de organización de la cultura.
En el marco de estos diferentes tipos, se nos pide reflexionar sobre cuatro modelos diferentes de gestión cultural
Modelos de Gestión privada.
El instrumento de que disponen las personas y la sociedad civil para realizar gestión cultural son las corporaciones y fundaciones culturales de derecho privado, sin fines de lucro. Estas corporaciones se encuentran tanto a nivel nacional (súper vigiladas por el Ministerio de Justicia) como local (regidas por la Ley de Juntas de Vecinos).
El sentido original de las corporaciones es que están constituidas por socios fundadores y éstos son inamovibles. ¿Quiénes deben ser los socios fundadores? Aquellas personas naturales o jurídicas necesarias para el funcionamiento del espacio que se va a administrar. Suelen ser más aconsejables las instituciones del mismo carácter, esto es, otras corporaciones privadas sin fines de lucro y lo más relevante, es que sean de carácter permanente, esto es, no estén sujetas a los cambios de autoridades electas.
En una corporación local, debe tenderse a buscar organizaciones como las escuelas, las empresas del sector, el municipio como tal, no la persona del Alcalde, organizaciones culturales estables como clubes, salas de teatro, etc.
En una corporación nacional, debe buscarse como socios fundadores a universidades, fundaciones de prestigio, corporaciones con trayectoria, empresas relevantes relacionadas con el quehacer del espacio (por ejemplo, para un museo que recibe muestras valiosas es recomendable asociar a una empresa de seguros y o de transportes).
Sin embargo, el elemento más significativo para la operación de estas corporaciones será la adecuada formación del gestor o gestora cultural que lo encabece. Hoy existen múltiples maneras de formar un profesional capacitado al respecto, sea por los cursos virtuales que ofrece el propio Consejo Nacional de la Cultura y las Artes junto a la Universidad de Chile, como las becas y pasantías que ofrece Fondart, como los múltiples cursos que dictan diferentes universidades.
Modelos de Gestión de Municipios.
Siguiendo con la lógica anterior, las corporaciones culturales municipales son el instrumento más adecuado para manejar espacios culturales de nivel local. Pero, hay que tener cuidado que, dadas las facilidades para constituir estas corporaciones, éstas tiendan a identificarse con un alcalde o gobierno municipal determinado. Lo esencial es la trascendencia. La gran pregunta que deben responder estas organizaciones es ¿cómo vamos a continuar cuando este Alcalde ya no esté? Y la respuesta correcta es que deben continuar exactamente igual aunque el siguiente Alcalde sea del signo político opuesto…o del mismo. Las corporaciones deben tener un presupuesto anual asegurado por el Concejo Municipal y una capacidad de gestión para incrementar al menos en igual proporción el aporte edilicio. Además deben estar capacitadas y entrenadas para postular y “ganar” fondos concursables de alcance local, regional, nacional y porqué no, internacional.
Es muy relevante para ello el trabajo en redes con otras corporaciones similares del país y del exterior para obtener financiamiento y desarrollare proyectos en conjunto. Es mucho más económico un montaje de una exposición de fotos, por ejemplo, si se comparte entre varias corporaciones y se programa en conjunto.
Una reflexión especial merecen aquellas corporaciones de localidades fronterizas que pueden y deben establecer programas conjuntos con corporaciones de ciudades de países vecinos y que pueden constituir circuitos turísticos, ciclos binacionales y redes.
Adicionalmente, hay municipios que tienen y conservan teatros municipales en buenas condiciones y con una gestión cultural adecuada como son los de Viña del Mar, Valparaíso, Temuco, Puerto Montt, Arica, Antofagasta, Rengo y otros.
Modelos de Gestión de Gobiernos Regionales.
Esta es una de las áreas más complejas porque los organismos regionales suelen ser intermedios y no reflejar completamente un interés nacional ni tampoco un sueño local. Muchas veces los gobiernos regionales (al menos hasta que no sean elegidos y autónomos del gobierno central) sólo deben actuar como distribuidores de los fondos entre las diferentes zonas de su circunscripción. Hay que cuidar tambien que no se creen nuevos centralismos en las capitales regionales.
En la distribución de recursos en la región debe prescindirse de un criterio igualitario pues no todas las ciudades de una región tienen idénticas necesidades ni idénticas audiencias. En estos niveles regionales son muy necesarios estudios que caractericen muy bien cada sector y a la vez se distribuyan complementariamente los espacios culturales. No todas las ciudades de una región, por ejemplo, deben tener un teatro municipal, tan vez basta con alguna y que su vecina se especialice en un museo, la otra en un buen centro cultural y así, se va generando tambien un intercambio de públicos y una identificación de cada localidad con alguna manifestación artística.
Un buen ejemplo reciente de espacios regionales son el Teatro regional del Maule, ubicado en Talca y la Biblioteca de Santiago.
Modelos de Gestión de Espacios Nacionales.
Estos espacios de alcance nacional deben considerarse como que están “casualmente” localizados en una comuna determinada, pero su misión sobrepasa con creces el entorno. Los más antiguos ejemplos son los Museos Nacionales (Bellas Artes, Histórico Nacional, Historia Natural) el Teatro Municipal y la Biblioteca Nacional, todos creados bajo un modelo del llamado Estado Arquitecto, hace casi cien años. Este diseño clásico se ha ido complementando a contar de los años 1990s con otros espacios del alcance nacional como el Centro Cultural Estación Mapocho; el Centro Cultural Palacio de La Moneda, y el futuro Centro Cultural Gabriela Mistral.
La primera observación que merecen es que debiera comenzar a terminarse con la tendencia clásica de que los espacios culturales de alcance o misión nacional se ubiquen en el centro de Santiago. Tal vez, con el último proyecto mencionado se ha terminado con esa tendencia y se debiera comenzar con el concepto de establecer espacios de alcance nacional en ciudades de regiones diferentes a la Metropolitana.
La gestión de estos espacios es de diversa índole, los hay de total dependencia gubernamental como los Museos y la Biblioteca, que dependen de la DIBAM; a los que debiera insertarse un componente de gestión de la sociedad civil que no arriesgue la necesaria propiedad pública de los bienes que albergan; los hay de gestión a través de Corporaciones de Derecho privado sin fines de lucro que reciben, en casi todos los casos, aportes gubernamentales, como el Teatro Municipal; el Centro Cultural Palacio de la Moneda, y presumiblemente el Centro Cultural Gabriela Mistral. Y los hay sin aporte público aunque con misión cultural nacional como el Centro Cultural Estación Mapocho, que tiene definido como misión la difusión cultural y creación de audiencias, lo que se enmarca en la Política Cultural del Estado de Chile.
La totalidad de los espacios de alcance nacional son de propiedad pública –a través del Ministerio de Bienes Nacionales- y sólo los más actuales combinan esta propiedad con una administración privada sin fines de lucro, combinación que ha demostrado ser de un dinamismo y eficiencia muy superiores a aquellos espacios de propiedad y administrados por el sector público. Es más, de la administración a través de corporaciones de derecho privado sin fines de lucro de edificios patrimoniales, se ha descubierto una manera eficiente de mantener dichos edificios sin que signifiquen costo para el Estado. El ejemplo de la antigua Estación Mapocho es significativo, no obstante es uno de los edificios patrimoniales que recibe la mayor cantidad de visitantes por año.
Existen adicionalmente algunos espacios culturales de alcance nacional o patrimonial que están en manos de Universidades, con resultados diversos. La Universidad de Chile administra y es propietaria del Museo de Arte Contemporáneo, con dificultades de mantención, debiendo recurrir para ello a fondos públicos extras. Las universidades SEK y Andrés Bello tienen a su cargo edificios patrimoniales que mantienen de buena manera. Las casas centrales de algunas universidades conservan con dignidad su condición de patrimonio, destacándose la UTFSM, la Católica de Valparaíso, la Católica de Santiago y la de Chile, aunque suelen destinarlos más a la burocracia central que a espacios culturales. Excepción sea dicha de la Aula Magna de la UTFSM. Lo mismo ocurre con el Teatro Concepción que a través de un Corporación Cultural administra la propia Universidad de Concepción, albergando además la única orquesta sinfónica estable que opera fuera de Santiago.
El gobierno central mantiene, a través de algunos servicios, inexplicablemente, algunos espacios culturales que languidecen precisamente por no haber perseverado en la aplicación de conceptos de gestión cultural a los mismos. Es el caso del Teatro Oriente (del INP). En estos casos así como en los de los recintos universitarios mencionados, la creación de corporaciones culturales constituiría una buena forma de innovar en su administración.
Una reflexión final.
Cualquiera sea la modalidad de gestión que apliquemos a un espacio, hay dos reglas que aseguran el buen resultado: una, que los planes de gestión sean previos al proyecto arquitectónico, sea de construcción, renovación o restauración, ya que la ARQUITECTURA DEBE ESTAR EN FUNCIÓN DE AQUELLO QUE SE TENDRÁ COMO MISIÓN CULTURAL, y dos, el trabajo individual no es suficiente, la operación en REDES es la manera eficiente, económica y solidaria de perfeccionar la gestión cultural.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario