18 marzo 2015

BRASIL, SU PETRÓLEO Y EL "VIZCONDE DE LA MAZORCA"



A mediados del siglo veinte la bienvenida a los recién nacidos en hogares de clase media chilena estaba asociada, entre otras cosas, a un par de tesoros que los orientara hacia dos valores imperantes en la época: la lectura y el ahorro. Este último simbolizado en una libreta del Banco del Estado, con su correspondiente alcancía. Entre los libros, lo más frecuente era la colección del Tesoro de la Juventud

Mis padres optaron por una alternativa que reunía tres condiciones relevantes para la enseñanza infantil: el disfrute con su lectura, un adecuado sentido didáctico y una notable calidad literaria. Se trató de los 23 tomos de Monteiro Lobato uno de los escritores más influyentes de literatura infantil brasileña, precursor además de la nacionalización del petróleo y de la creación de Petrobras.
En sus páginas, traducidas y publicadas en castellano por editorial Losada de Buenos Aires, vibraban las aventuras de Naricita, Perucho, la muñeca de trapo Emilia, doña Benita, el rinoceronte Quindín y el Vizconde de la Mazorca, un personaje sabio, con cuerpo de choclo y actitudes de adulto.
Con ellos era posible transitar, desde la finca que los alojaba, por los mundos de El Quijote de los niños, La aritmética de Emilia, los mitos griegos o la historia de cómo el Brasil pudo lograr su independencia económica gracias al petróleo.
Monteiro Lobato, escritor nacionalista, una especie de José Martí de su gran país fue, además, uno de los primeros brasileños en invertir en la extracción de petróleo llegando a ser detenido por defender el derecho de extraerlo en su país, intentando acreditar que éste tenía potencial para producir todo el combustible necesario para hacerlo independiente del mercado extranjero.
Cuenta la historia que murió, en 1948, a los 66 años luego de haber perdido en sus proyectos empresariales todo lo que había ganado con sus libros. Su lucha está en la base del establecimiento del monopolio estatal del petróleo y luego la compañía estatal Petrobras, hoy en flagrante crisis.
En el tomo que ilustra este comentario, El Pozo del Vizconde, los niños -personajes y lectores- aprenden de la importancia del petróleo para la humanidad, la relevancia de que las riquezas naturales vayan en beneficio del país dueño de ellas y cómo prospectar un pozo de petróleo, orientados por el pedagógico Vizconde.
Ese hermoso relato y su sustento están hoy, según El País de España, afectados profundamente por "una red de corrupción que atravesaba de arriba abajo la petrolera pública Petrobras que recibía mensualmente pagos provenientes de sobornos de empresarios. Era un sistema simple y eficaz que involucraba a altos directivos de la petrolera elegidos previamente por políticos, empresarios —algunos ya en la cárcel— que pujaban por contratos con Petrobras y que recurrían a sobornos para conseguirlos, y unos intermediarios que actuaban de correos entre unos y otros y que llevaban el dinero de un lado para otro".
Con esta máquina de defraudación se afecta la economía brasileña, su sistema político y un intangible valor cultural.
Los sueños derivados de las primeras lecturas, que otorgaron una positiva connotación a la propiedad de los países sobre sus riquezas naturales y a un personaje adorable constituido por un choclo con levita, sombrero de copa y bastón, son otros de los damnificados por quienes, al delinquir, jamás habrán imaginado que hay varias generaciones de latinoamericanos que, además de ver como se deterioran los hábitos de la lectura y el ahorro, como elementos de crecimiento material y espiritual, ven irremisiblemente afectados parte de preciados tesoros aprendidos en la infancia.
De aquellos que no se guardan en los bancos ni se miden en millones de dólares.
Aquellos que nadie debiera tener derecho a romper.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario