09 septiembre 2025

DOLOR, LIBERTAD Y PERIODISMO


Foto: Arturo Navarro




Parecía el testimonio de un valiente periodista radial que había sufrido -me consta- un aterrador secuestro a manos del COVEMA, el siniestro Comando Vengadores de Mártires, que asoló un tiempo nuestro país, en plena dictadura. En efecto, el libro de Guillermo Hormazábal lo es, pero es mucho más. "Entre la voz y el miedo" es un compendio de la vida del autor. Una vida nada fácil.


Además, tratamiento de periodismo radial, presentado la misma semana en que la destacada fundadora del Diario de radio Cooperativa, Delia Vergara, recibió el merecido premio Nacional de Periodismo. Sucedía, la presentación en la sede del Círculo de Periodistas, el Teatro Camilo Henríquez.

Uno de los presentadores, Alejandro Guiller, es también un hombre de radio.

Sin embargo, no bien uno se adentra en la lectura, un balazo rompe esas expectativas. Literalmente, un balazo, que se lleva la vida de la madre del autor cuando éste apenas se iniciaba a la vida. 

Desde allí comienza una sorprendente historia plagada de dolores, pobreza, frustraciones, que no obstante, iban formando un carácter indomable, que llevó a Guillermo a sobreponerse a aquellos y otros inconvenientes, hasta que decidió estudiar periodismo en la Universidad Católica de la Reforma, en 1969. 

Las facilidades que la Universidad del rector Castillo Velasco daba a los estudiantes sin recursos, permitieron a Guillermo terminar sus estudios e ingresar a un mundo también vinculado a esa universidad: el universo del Cardenal Silva Henríquez impulsor no sólo de esta reforma estudiantil, sino también de la Reforma Agraria y de otros cambios que experimentó la sociedad chilena en los años 60.

Así, Guillermo llegó a trabajar en Radio Chilena y luego asumió esa responsabilidad, la de director del DOP, el departamento de opinión pública del Arzobispado del Cardenal. Éste le advirtió que no sería un trabajo sencillo pues -ya en dictadura- muchos de los dardos que ésta hubiera querido apuntar a don Raúl, caían en sus cercanos.

Así fue como Guillermo fue víctima de un secuestro que aparece relatado magistralmente en el libro, mientras la sociedad y en especial sus colegas permanecíamos en vigilia en la radio, hasta que se supiera de su suerte.

Quiso esa suerte que, durante esos tensos momentos, levantara un teléfono que sonaba en la redacción y prorrumpiera en un grito esperanzador: 

-¡Es Guillermo! 

Pasé el auricular a Rosi, su esposa, Quien se enteró que el secuestrado había sido liberado y llevado por un taxista solidario y auditor de Chilena, a su casa. 

Esa misma suerte quiso que uno de sus vecinos, un colega de Cooperativa, fuera el primero en golpear con la noticia. Chilena solo la dio -muy profesionalmente- cuando vio a Guillermo en libertad. 

Ese es el segundo gran motivo del libro. Cómo un periodista la disfruta bajo la forma de libertad de expresión y también bajo el temor de perderla, junto a la vida, a manos de un Comando criminal. 

La nobleza del autor recuerda a todos los medios que junto a Chilena resguardaban difícilmente esa libertad para que los chilenos estuvieran informados. Tiene palabras de compañerismo para APSI, Solidaridad, HOY, Análisis, Cooperativa...

Todo aquello da fuerzas al autor para formar su familia, cuidarla y conservarla con aplicación. También, quizás por ella, rechazar algunos ofrecimientos académicos o laborales y aceptar otros.

Transita luego en Democracia y reflexiona sobre cómo todos los padecimientos tienen recompensa en una vida quieta que lo lleva a talleres literarios que despiertan y explotan un talento poético que hace que "Entre la voz y el miedo" se lea prácticamente, de una sentada.

05 septiembre 2025

DELIA Y PEPE, PREMIOS NACIONALES

 

Foto: Centro Global de Columbia

Foto: El Mostrador


Quiso el destino que dos grandes amigos recibieron su merecido Premio Nacional un mismo glorioso día, 4 de septiembre, cuando la Democracia chilena escogía también a un nuevo Presidente. Ambos marcaron mi vida en circunstancias muy diversas pero con una profundidad permanente.


Delia, Directora entonces del Diario de Cooperativa, me llamó un día de verano de 1977 para hacerme una propuesta inesperada: que asumiera los comentarios internacionales de su programa, mientras duraban las vacaciones del titular, don Alejandro Magnet. 

Con Pepe, me encontré de sopetón, un frío día de 2006, en el DRCLAS de Harvard donde él era invitado a homenajear a un connotado historiador estadounidense, que había sido su colega. La verdad que fue sorpresivo pero no imposible. Le pude espetar la pregunta que me perseguía. Si, en su trabajo de investigación sobre el pueblo mapuche se había topado con un tal Leandro Navarro, autor de un libro por allá por mil novecientos...

-Por cierto, me dijo, es uno de los oficiales democráticos de aquellos tiempos y lo he citado bastante en mis trabajos. 

Entonces mi bisabuelo, que eso es Leandro, se introdujo en mi vida con fuerza y ​​yo lo incorporé en mis búsquedas de textos en la enorme biblioteca Widener. Ya no me dirigiría solo a los estantes de financiamiento cultural, el tema que me llevó a Harvard, sino que, además daría una vuelta diaria por la sección mapuche.

Lo de Delia, se convirtió en una honrosa invitación, luego de "probarme" como analista internacional, a ser Conductor del Diario en reemplazo de Patricio Bañados.

Allí pude valorar tanto su gran ojo periodístico, como su valentía y firmeza para resistir y hasta enfrentar las amenazas de la dictadura que venían del propio Ministro del Interior, sin otra arma defensiva que el I'Ching.

Además de su heroísmo en los difíciles años 1976 a 1980, pude apreciar su impecable dirección periodística de Paula y Clan. 

Pepe, siguió su brillante carrera académica y sus logros para vencer dolencias que a cualquiera invalidarían. Pero no, él apareció como si fuese un adolescente, bien en el aeropuerto de París como en el cine Hoyts de La Reina, siempre una sonrisa y recuerdos de nuestro común pasado viñamarino.

Qué orgullo poder celebrar este reconocimiento de nuestro país a dos personas que no solo merecen ser Premios Nacionales sino que me han premiado generosamente con su amistad.

Gratitud y gloria a Delia y Pepe. 

01 septiembre 2025

ESTE LUCHO HIZO MUCHO

 



A pocas horas de finalizar agosto de 2025, llega la noticia de la partida de Lucho Alvarado. Uno de los hombres de la transición. Lo conocí cuando, diversas organizaciones buscábamos afanosamente que los chilenos se inscribieran en los Registros Electorales para participar en el Plebiscito de Octubre de 1988. Allí vimos con regocijo que la señora Tencha Bussi viuda de Allende, vendría a Chile a unirse a la campaña y vimos también que parte de sus camaradas socialistas, dudaban de sumarse a ella. Lucho no tenía dudas y escoltaba a Ricardo Núñez que encabezaba a los socialistas renovados.


Lo volvió a encontrar como integrante del Directorio provisional de la que sería la gran obra cultural del Presidente Aylwin: la remodelación de la vieja estación Mapocho y su conversión en un revolucionario modelo de centro cultural.

El modelo era inédito: una corporación de derecho privado, sin fines de lucro, gestionaría el flamante espacio. El Directorio designado simbolizaba a todas las entidades públicas que debían lograr que, en los breves e intensos 4 años del primer gobierno democrático, se alcanzara la meta.

Lo presidía la máxima autoridad cultural: el Ministro de Educación, Ricardo Lagos. Lo acompañaba como Vicepresidente el encargado del territorio donde esta ubicada la estación: el Alcalde de Santiago, Jaime Ravinet. Como señal del interés presidencial, estaba también el Jefe de Gabinete de Aylwin: Carlos Bascuñan. Debido al interés del gobierno de España por incluir al proyecto entre las obras de la celebración del Quinto Centenario, estaba el Embajador Pedro Bermejo. Y el Ministro de Bienes Nacionales, Luis Alvarado.

Dirán ustedes por qué, ese secretario de Estado. 

Por una razón muy simple, la vieja estación no era propiedad fiscal. Había sido entregado, durante la dictadura, a la CORFO, en parte de pago de la cuantiosa deuda de los Ferrocarriles del Estado con esa corporación de fomento.

Y CORFO no la podía enajenar si no era a través de una venta. Y ese pago correspondería a quien sería el futuro dueño cuando se traspasara al Estado: el custodio de todos los bienes fiscales, el Ministerio de Bienes Nacionales.

De allí la presencia del Ministro Alvarado y la improbable tarea de buscar la forma de pagar a CORFO con recursos que ésta aceptará.

Pasaba el tiempo, la obra de remodelación avanzaba normalmente, en los plazos fijados; la Corporación Cultural se había constituido legalmente, gracias al esfuerzo del abogado municipal, Jorge Flisfish. Solo que continuábamos siendo okupas pues el edificio seguía perteneciendo a CORFO.

Finalmente, la tenaz búsqueda de formas de pago que había emprendido Alvarado llegó a buen final: CORFO ganó un valioso terreno fiscal en la región de Antofagasta. 

Durante mucho tiempo, debió recibir las andanadas del diputado -socialista como Lucho- Felipe Valenzuela (1990/2002), respecto de la "propiedad" antofagastina del floreciente centro cultural.

Antes de finalizar su gobierno, el 3 de marzo de 1994, el Presidente Aylwin y su entonces Ministro de Educación, Jorge Arrate, inauguraron el Centro Cultural.

La página web del Ministerio de Bienes Nacionales lo recoge así:

"Bajo el Decreto N°1290, el 30 de diciembre de 1976, la Estación Mapocho, fue declarada Monumento Nacional, en su totalidad, considerando los edificios originales y la estructura metálica que techa los andenes. En el año 1987, la estación se encontraba en un proceso rápido de deterioro, por la cual se decidió cerrarla. El 1991, el Colegio de Arquitectos, con la participación de la Municipalidad de Santiago, realizó un concurso público para realizar el Centro Cultural, que actualmente está albergado en el inmueble, cumpliendo con la finalidad de revalorar y remodelar la obra original. Para el 3 de marzo de 1994, se inauguró el Centro Cultural Estación Mapocho.

Luis Alvarado había cumplido la tarea encomendada.

Y los millones de visitantes al centro cultural se lo agradecen.