Carta a Paula Sharim.
Querida Paula:
No se cuándo leerás esto, quizás ni lo leas en medio de tanto ajetreo.
Pero yo si sé que necesito escribirlo.
Imperiosamente.
Desde que esta mañana supe que se fue Nissim, no he podido hacer nada bien más que recordarlo.
Puchas que lo quiero (iba a poner quise), puchas que lo extraño. Puchas que buen tipo es tu padre.
Nos reíamos de buena gana cada vez que nos encontramos. Bueno después de unos años de convivencia Ictus/Vicaría donde se forjó la amistad.
Iba, con el rebaño de la vicaría a ver antes de su estreno, cada obra.
Eramos conejillos de indias que nos divertíamos de lo lindo y... hasta opinábamos.
Incluso hay recuerdos que nos hacían caso, en ocasiones.
Un día quedé tan motivado que, a la salida, invité a comer a mi casa a la compañía, pensando que era un atrevimiento.
No lo fue y aceptaron.
Fueron los tallarines más nerviosos que jamás cocine (soy bueno para hacer pasta) pero, cocinar para el Ictus...
Desde entonces somos amigos y me acuerdo de los amigos, no de las pastas que comieron.
Luego vinieron muchas risas, muchísimas carcajadas, mejores recuerdos y hasta una maravillosa hija, quien me permite dejar este testimonio porque el funeral que merece Nissim (en la estación Mapocho, obvio) queda pendiente.
Un cariñoso abrazo, Paula querida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario