11 octubre 2019

VEINTICINCO AÑOS "CON PAPELES" Y 4 DE CONVIVENCIA


Un trece de octubre, hace veinticinco años, la ministra de Bienes Nacionales, Adriana del Piano, nos entregó, en la sala Joaquín Edwards Bello del Centro Cultural Estación Mapocho, "los papeles" que reconocían oficialmente que la propiedad llamada estación mapocho, propiedad del fisco de Chile, era traspasada por convenio, a la Corporación Cultural del mismo nombre. Por cinco años.


El tiempo ha pasado, varias prórrogas de cinco años cada vez, hasta que el 8 de febrero del 2010 se otorgó un reconocimiento a su labor, con una prórroga por 20 años más, hasta la misma fecha de 2030.

No es que necesitáramos eso para respirar tranquilos, pero no deja de constituir una tranquilidad el dejar de ser okupas de una propiedad que fue de Ferrocarriles del Estado, luego de Corfo y después de Bienes Nacionales.

Durante ese período, 1990/94, se desarrollaron las obras de remodelación, con lo que hoy sería un presupuesto "reguleque" de diez millones de dólares, propuesto por el gobierno de Patricio Aylwin y aprobado por el parlamento, senadores designados incluídos.

La tarea la encabezaba el Alcalde Jaime Ravinet, quien convocó a un concurso de arquitectura y luego a la licitación correspondiente para la remodelación. Era secundado por Moisés Barros, de la corporación para el Desarrollo de Santiago, y Pablo Trivelli, encargado de los proyectos del "pequeño" paño que consideraba la estación y el futuro Parque de los Reyes, incluyendo la casa Amarilla, donde funcionaba una escuela taller para formar a los jardineros y orfebres del parque, y el edificio de ingenieros de ferrocarriles, del arquitecto Ventura Galván de los años 40, donde hoy padece recortes presupuestarios, la corporación cultural Balmaceda arte joven.  

En la obra misma, reinaba el primer director ejecutivo de la corporación, Hernán Rodríguez Villegas, que compartía su jornada con el cargo de director del Museo Histórico Nacional. 

Cada viernes, a las tres de la tarde, un fotógrafo en blanco y negro, ponía su trípode en el mismo lugar y retrataba los avances de la obra. Los incesantes trabajos de la Constructora Internacional, revisados por la ITO -Cade IDP-, llevaron a socalzar (llegar a terreno rocoso) los fundamentos de la nave y comenzar la curiosa tarea de demoler los interiores de los edificios laterales para reconstruirlos, conservando intacta las fachadas, con los emblemáticos nombres de las estaciones que cubrió el ferrocarril que entraba y salía de Mapocho.

Fueron cinco etapas, que culminaron en 1994 con la instalación del gran portón en el poniente, que se abre cuando los montajes de actividades lo hacen necesario. Un novedoso -entonces- producto, mucho más liviano que el vidrio, llamado policarbonato, hacía más liviana la tarea.

Durante los años de "marcha  blanca" se hicieron todos los intentos posibles para verificar, con el método del ensayo y error, qué tipo de actividades tendrían éxito en el flamante centro cultural, considerando sus dos misiones: proteger el edificio patrimonial y difundir la cultura, más la letra chica: autofinanciando su operación.

Entre quienes no pasaron el examen, estuvo el circo; a pesar de los esfuerzos de su sindicato, de su capellán -el sacerdote Gregorio Sánchez- y el propietario de Las águilas humanas, Hugo Venturino.

Las consistentes y malolientes heces de un desaprensivo elefante y la mala idea del domador de leones, de capar cinco cachorros a campo abierto, en la nave del centro cultural, sorprendidos por el ministro de Educación y presidente de la corporación, Ricardo Lagos, terminaron por desaconsejar los circos de fieras, cuando aún los fieras free no tenían un desarrollo interesante.

Quienes aprobaron el exámen fueron los libros (a pesar de dos ferias con paño en mano desempolvando del polvo de construcción a los ejemplares); los muebles, los autos y un conjunto de ferias de la entonces trashumante FISA que había cerrado su gigantesco recinto en Cerrillos y buscaba su destino con ferias monográficas.


Para hacer más científica la programación, nos asociamos, en 1995, con Adimark para realizar la primera encuesta metropolitana de intereses culturales, dejándonos muy conformes como uno de los tres espacios culturales más valorados y que más interés tiene el santiaguino en visitar, junto al teatro Municipal y al museo de Bellas Artes.

La encuesta tuvo el objeto de “determinar los hábitos y actitudes con respecto a música, cine, teatro, museos, danza, libros y exposiciones y descubrir el nivel de conocimiento de los lugares donde se ofrece actividad cultural y predisposición a acudir”. Fue replicada en 2005, agregándose el objetivo de “determinar los cambios en los hábitos e intereses culturales de la población de Santiago, en los últimos 10 años y conocer el rol actual del Centro Cultural Estación Mapocho en la actividad cultural de la ciudad”.

Ambas encuestas fueron administradas con similar metodología: un estudio cuantitativo, con entrevistas individuales y personales en el hogar de los entrevistados. La muestra en ambos casos alcanzó a alrededor de 630 personas, hombres y mujeres, de 15 a 74 años, de todos los niveles socio económicos a excepción del grupo E.

Los resultados comparativos arrojaron que "los lugares culturales con alto nivel de conocimiento y asistencia son sólo cuatro en la ciudad: Museo de Bellas Artes, Biblioteca Nacional, Centro Cultural Estación Mapocho y Teatro Municipal. Con respecto a 1995 sólo aumenta el público del Bellas Artes – levemente- y más significativamente el del Centro Cultural Estación Mapocho. Los otros dos permanecen iguales. Entre los espacios con bajo nivel de asistencia pero buen nivel de referencias de terceros, destaca Matucana 100".
Desde entonces, el Observatorio del público del Centro Cultural Estación Mapocho nos va entregando diez resultados al año de encuestas en otras tantas actividades que perfilan nuestro público, tanto en cuanto a su satisfacción con el espacio y sus servicios, como del medio de locomoción que usaron para llegar, el medio de comunicación mediante el cual se enteraron y la comuna desde dónde provienen.

Ya no es sorpresa, tenemos un público muy variado, mayoritariamente mujeres jóvenes de sectores medios, de casi todas las comunas de la región, con preponderancia de Santiago, Ñuñoa, Maipú, Puente Alto, Providencia y la Florida; la mayoría usuarios del metro, que se enteraron por la publicidad de nuestro frontis de las actividades que acogemos.

Sin duda, el centro cultural se ha convertido en un espacio ciudadano que recibe a un millón de personas al año, sin contabilizar los turistas, que continúa siendo un referente, un punto de encuentro y un vivo recuerdo en la población.

Un buen amigo, hace pocos días, encontró en un anticuario viñamarino,el candado que perteneció, en 1920, a esta estación, que ilustra este comentario. Lo hizo limpiar y lo trajo  de regalo, quizás como feliz homenaje a este cumpleaños número 25.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario