El seminario Gobernar la Cultura: Reflexiones sobre la Política Cultural en Chile a la luz de la creación el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, realizado en la hermosa Aula Magna de la USACH, el 25 de abril de 2018, me permitió dar a conocer la ponencia: De Consejo a Ministerio: luces, sombras y perspectivas, que a continuación desarrollo.
· Lo más valioso es su carácter participativo, surgido de lo más profundo del mundo de la cultura y con varias instancias de debate: Comisión Garretón; Encuentro de Legislación Cultural, y Comisión Ivelic.
· Pudo establecer una institucionalidad concursables sólida, flexible y respetada. Creciente en recursos y áreas a cubrir.
· Pudo desarrollar Convenciones Nacionales que culminaron en Políticas Culturales sectoriales y nacionales en a lo menos tres tramos y hasta 2022.
· Consolidó consejos sectoriales en tres áreas.
· Demostró la factibilidad del trabajo de consejos y de la asignación colectiva de las platas públicas. Un camino que es imposible de retroceder, menos en las actuales circunstancias de transparencia y probidad.
· Desarrolló un aparato de estudios capaz de diagnosticar cualitativa y cuantitativamente la realidad del sector, pero sin tiempos para instalarlo en la cultura institucional.
Cinco sombras del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes:
· La imposibilidad de incorporar las instancias del patrimonio. Se resolvió –mal- por la vía de la coordinación.
· Escasa capacidad de comunicar lo realizado tanto en políticas como institución
· Desarrollo de una burocracia con duplicidades evidentes con la DIBAM y algunas entre Santiago y Valparaíso.
· Incapacidad de hacer funcionar los comités consultivos a niveles nacional y regional.
· Desarrollo del sector de patrimonio inmaterial y fondos del patrimonio sin coordinación alguna con DIBAM
Cinco aspectos que pudo abordar la reforma Ministerial:
· Resolver el nudo de competencias y duplicidades entre el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y la Dibam. De una manera altamente burocrática y costosa.
· Resolver cuestiones largamente anheladas como los Jurados de los Premios Nacionales de artes.
· Mantener los principios de concursabilidad por los recursos públicos y consejos sectoriales como forma de abordar las diferentes áreas.
· Establecer un Ministerio con todas las de la ley y no dependiente de otro para algunas materias, viajes, viáticos, leyes, etc.
· Establecer la presencia de pueblos indígenas, migrantes, barrios patrimoniales en las instancias participativas.
Cuatro aspectos que no abordó la reforma Ministerial:
· Mantener el principio de políticas vinculantes. Se buscó una fórmula en la medida de lo posible que aparece compleja dada la forma en que se aprobó el Ministerio, en medo de un cambio de gobierno y haciendo primar los plazos políticos por sobre los plazos reales.
· La modificación de la ley de monumentos nacionales.
· El consejo nacional de artes escénicas.
· El consejo nacional de gestión e infraestructura.
Visión de futuro: lo que se espera del Ministerio y aquello que le tocará mejorar más adelante.
· Primero, echar a andar este aparato. Esto está compuesto por tres culturas organizacionales muy distintas, por lo que se va a requerir de algún tiempo para que tenga la fluidez que necesita para ejecutar bien aquello que el Ministerio se propone. Se prevén sucesivas guerrillas funcionarias (como la ocurrida a propósito de Comunicaciones).
· Segundo, ingresar al Congreso, lo más rápido posible, la nueva Ley del Patrimonio. Actualmente, tenemos una ley del Consejo de Monumentos Nacionales que es del año 75 que se ha ido parchando y que requiere ser modificada.
· Llenar de contenidos a las infraestructuras construidas en los últimos 4 gobiernos, tanto a nivel local, como regional y nacional. Par ello, urge un intercambio de muestras y gestiones.
· Ello se podría realizar a través de un Consejo nacional de la gestión y la Infraestructura, que incluso puede comenzar a operar de hecho mientras se aprueba la ley correspondiente, bajo la coordinación de la Ministra.
· Es necesario poder comprometer fondos públicos a largo plazo, más allá de un año como es ahora. Es decir, perfeccionar la concursabilidad como en Australia y en el Reino Unido donde existen instituciones regularmente financiadas que responden a un plan con un plazo de al menos cinco años y a las cuales las acompaña el ministerio para establecer metas comunes de audiencia, de calidad de la programación.
Dos riesgos del Ministerio:
· El "reformismo", esto plantear de inmediato y sin aplicar la nueva ley, una reforma de lo recién realizado.
· La "encuestitis": ponderar excesivamente los resultados de la Encuesta de participación cultural 2017, que son negativos, sin pensar que son solo la base para un nuevo inicio de aplicación de las políticas aprobadas. Esto es mirar las cifras como un rating, sin considerar aspectos centrales como la participación (por sobre intereses y consumo).
En síntesis, estamos ante una paradoja:
- Un gobierno de izquierda que rigidiza la estructura (de consejo a Ministerio) que va en sentido contrario a la legislación contemporánea. Y que refuerza la presencia estatal.
- Un gobierno de derecha que debe instalar esa estructura rígida y se encuentra con la necesidad evidente de liberalizar, esto es, abrir compuertas para el ingreso del financiamiento privado y de las audiencias (taquilla) que es indispensable para atraer recursos privados con y sin fines de lucro.
La salida, a mi juicio, es instalar críticamente lo aprobado por ley e ir evaluando sobre la marcha aquellos aspectos que debieran liberalizarse y no demorar la instalación de las instancias participativas a niveles nacional y regionales para conservar la impronta participativa de esta institucionalidad, pues es allí donde está su riqueza.
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