02 marzo 2009

¿AUDIENCIAS “MONSTRUOS”?

Cada año, en los tiempos en que casi todos los países de tradición cristiana celebran su Carnaval, en Chile se lleva a cabo una suerte de fiesta masiva llamada festival de la Canción de Viña del Mar.

Además de reponer la tradición carnavalesca que fuera suprimida por el español Casimiro Marcó del Pont durante de Reconquista, este festival pone en la mira pública no sólo a cantantes y humoristas de amplio espectro sino también a la platea, la que curiosamente es llamada “MONSTRUO”.

Este apelativo, que el diccionario de sinónimos asemeja a “feo” y “raro” y la traducción inglesa reconoce como “freak”, aparentemente agrada a la concurrencia a pesar de que no suele llevar máscaras, disfraces y trajes de baile como en los carnavales tradicionales.

La mencionada audiencia se expresa mediante gritos, aullidos en ocasiones, pifias, aplausos, chillidos y algunos bailes de moda. El escenario de este particular adefesio es uno de los más grandes del país y que podría ser calificado como uno de las infraestructuras de artes escénicas peor utilizadas dado que su programación a lo más alcanza algunas semanas al año. El resto del tiempo, permanece subutilizado debido a que se trata de una construcción al aire libre en una ciudad de noches frías, aún en verano, pues las promesas originales de techarlo quedaron sólo en eso.

Paralelamente, el municipio que lo administra adolece de aguda falta de recursos para mantener y refaccionar sus espacios culturales como el Palacio Rioja, el Palacio Vergara (muy vecino del escenario en cuestión), el Castillo Wolf, el Teatro Municipal y otros clásicos como el Cine Arte de Viña del Mar, cuna de grandes directores, críticos y difusores del cine.

Si la infraestructura no es luminosa, tampoco destaca la Municipalidad de Viña desde el punto de vista de la gestión cultural, a lo que se agrega las reiteradas quejas de falta de escenarios deportivos adecuados para acoger, por ejemplo, al Abierto de Tenis que llevarán probablemente a que el citado campeonato internacional abandone la ciudad a contar del 2010.

Volviendo a las audiencias, este primitivo comportamiento estimulado por autoridades y televisoras debiera en algún momento “civilizarse” y convertirse en un tipo de participación del público un poco más acorde con los tiempos. Votaciones electrónicas, encuestas tipo boca de urnas, votaciones por celular, que podrían reflejar más nítidamente el natural sentimiento del público que asiste al carnaval que los chilenos merecemos.

Mientras eso no ocurra, seguiremos presenciado “debates” sobre si las antorchas y gaviotas son o no merecidas sin tener indicadores objetivos, sobretodo cuando las ventas de discos o CDs, es decir, la música en el soporte que sea, están tan distorsionados por el fenómeno de las reproducciones piratas.

Por ahora, parecemos condenados a debatir si el gobierno, a través de la Comisión Bicentenario, debe aportar recursos extraordinarios para el Carnaval (perdón, Festival 2010).

Confío que eso sea un aporte de los humoristas.

1 comentario:

  1. Siempre me gusta leer sus articulos sobre la cultura de Chile. En Septiembre voy a pasar algunos dias en Santiago y Valparaiso. Seguramente voy a visitar la famosa Estación Mapocho. Una amiga de muy lejos cARo

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