07 marzo 2014

COMPARTIENDO EXPERIENCIAS EN LA PATAGONIA



En el marco del Séptimo Festival de Artes "Cielos del Infinito", se llevó a cabo un Encuentro de Intercambio de Experiencias Iberoamericanas enfocadas en el desarrollo de la cultura y las artes, con especial énfasis en lo que concierne a las artes escénicas, invitando a la reflexión en torno a las artes y la cultura como agentes transformadores del territorio. Estas reflexiones colectivas se extraen de una jornada de tres días, llevadas a cabo en la ciudad de Punta Arenas entre el 21 y 23 de Enero del presente año, consistentes en exposiciones por parte de destacados líderes culturales internacionales, nacionales y locales, que destacan en ámbitos como la creación y gestión de actividades artísticas, exposiciones que llevaron posteriormente a momentos de conversación y reflexión en torno a los tres ejes principales tratados durante el encuentro. Este es el resumen de sus conclusiones, recogidas por los estudiantes de sociología Paula Trujillo, Leslie Toledo, Karla Kubota y Cristóbal González.


Las actividades culturales, una vez que han alcanzado cierto desarrollo y arraigo en un territorio, ayudan a la generación de nuevos procesos identitarios y a la consolidación de las identidades colectivas. Esto resulta interesante ya que a través del desarrollo cultural local pueden fortalecerse aquellas identidades que se ven permeadas con la globalización. En este mismo sentido, realizar actividades artístico-culturales es una manera de contribuir a la formación de los ciudadanos en tanto sujetos de derecho, pues los individuos se sienten capaces de reclamar el derecho a acceder a más cultura.

Por otro lado, cualquier tipo de manifestación cultural, ya sea en forma de gestación de un festival o del levantamiento de un espacio físico concreto como un centro cultural, requiere de un trabajo constante con lageografía y las características propias de un territorio. En este sentido, la relación que se da entre el Festival Cielos del Infinito y la Región de Magallanes se ha visto influenciada por las características específicas de la Patagonia en general en diversos aspectos. En primer lugar, la organización del festival supone una conexión con otros puntos estratégicos tanto de Chile como del resto del mundo, debido a que es una zona extrema y presenta barreras geográficas y económicas para acceder a ella. En segundo lugar, las condiciones climáticas son fuertes influencias en el desarrollo del festival: las lluvias repentinas e impredecibles, o el viento, son elementos que interactúan con el teatro de calle, modificando la temática y el desarrollo de algunas presentaciones. Sin embargo, estas condiciones climáticas desfavorables muchas veces juegan en contra de la realización de actividades al aire libre, lo que supone una necesidad de espacios habilitados para el montaje de ciertos espectáculos. Así, cada gestión cultural debe nutrirse con las referencias concretas de la identidad de un territorio.

Las ciudades, en el sentido anteriormente expuesto, son entidades “autónomas”, en cuanto a su contexto territorial. Por lo tanto, la inserción de una actividad cultural en un territorio determinado no puede realizarse a modo de exportación. Una instancia como FIRA Tárrega, por ejemplo, es un modelo que no podría replicarse de modo exacto en un territorio como Magallanes, debido a las características de ambos territorios. Mientras que en Tárrega las condiciones climáticas son favorables la mayor parte del año, en la región de Magallanes deben enfrentarse intensas lluvias y viento fuerte incluso en época estival. Otra diferencia importante se da en el ámbito del transporte, ya que el costo de los pasajes de avión para llegar de forma inmediata a la ciudad de Punta Arenas son bastante altos, y deben asimismo considerarse los traslados al resto de las provincias de la región, algunos de los cuales se realizan por vía marítima. Por su parte, si bien Tárrega es una ciudad más bien pequeña, puede accederse a ella por vía terrestre desde cualquier punto de España.

Ahora bien, resulta importante señalar que todo lo que dice relación con la cultura y el desarrollo de actividades artístico-culturales no puede llevarse a cabo sin la concurrencia de dos elementos: el financiamiento y los procesos burocráticos mediante los cuales las autoridades se relacionan con estas actividades. Estas dos aristas van directamente relacionadas, ya que obtener financiamiento supone pasar por un sin límite de trámites, con el objetivo de poder justificar los gastos en los que se concurre.

En cuanto al financiamiento propiamente tal, se llega a la conclusión de que si bien existen instancias y organismos que pueden entregar la ayuda financiera, muchas veces resulta difícil acceder a esos dineros, ya que, en algunas ocasiones, los proyectos culturales no se ajustan a las categorías “clásicas” de arte. Además existe toda una estructura burocrática detrás que termina por desgastar los procesos de acceso al financiamiento. Lo que se busca es cambiar el funcionamiento de las políticas culturales, en el sentido de abandonar una postura subsidiaria y comprometerse de forma concreta con la creación de las condiciones materiales necesarias para que la cultura sea sustentable, además de realizar un seguimiento de estos proyectos y generar redes de intercambio cultural de óptimo funcionamiento a nivel nacional. En este sentido, la voluntad política resulta fundamental. Ahora bien, muchas veces el sólo subsidio a ciertos proyectos artísticos-culturales logra potenciar la autonomía creativa de los organizadores de un determinado proyecto, a nivel de creación, de programación y de contenidos. En este sentido, los propios creadores necesitan de un ente facilitador como lo puede ser el Estado, el Consejo de la Cultura en el caso de Chile, o también ciertas embajadas. Sin embargo, los agentes culturales no deben perder de vista su propia independencia y lograr desarrollar su cometido sin una direccionalidad política o ideológica ejercida desde el ámbito público o privado. Finalmente, otro elemento que surge aparte del financiamiento y las instituciones, es el de la asociatividad, entendida como la colaboración con otros entes y con la generación de redes de cooperación entre artistas y festivales, de manera de fortalecer y perpetrar el desarrollo de estas actividades a lo largo del tiempo. En este contexto, la política cultural deficitaria en el Chile actualvendría a ser un respaldo tanto político como económico, pero siempre comprendiendo las autonomías entre la institucionalidad cultural, por un lado, y los entes creadores por otro. Una relación de colaboración y cooperación que rompería de esta manera la relación pasiva del subsidio,así como la relación paternalista de imponer una forma de comprender los proyectos artístico-culturales de parte del Estado.

Ahora, todo lo anteriormente señalado no sirve de nada si no existe público. Anteriormente se expusieron las formas en que distintos entes captaban y formaban audiencias, y resulta ser que existe otra forma de captar audiencias y que está constituida por los medios de transportes. Durante el Encuentro se expuso brevemente el caso del Metro de Santiago, el cual ha pasado a convertirse también en un eje articulador de la cultura. Esto se hace posible ya que al mismo tiempo que cumplen su misión de “transportar personas”, se les ofrece a los individuos algo distinto, educativo y simbólico en su tránsito diario. De esta manera, se les abre la puerta para interesarse por un aspecto nuevo de la vida. Lo mismo sucede con las intervenciones callejeras y en otros medios de transportes como la locomoción colectiva: no sólo es una manera de captar audiencias sino que se contribuye a la formación de los ciudadanos desde la cultura. Lo anterior obliga a ampliar los imaginarios de parte de los proyectos artísticos-culturales en cuanto a comprender la propia ciudad y los entornos e interacciones urbanas.

Otro punto interesante es el tema de la gratuidad y hasta qué punto sirve como estrategia de captación de público, ya que si bien es una manera de convocar a más cantidad de personas, muchas veces genera que la audiencia no valore la actividad ni se comprometa en la asistencia por el hecho de ser gratuita. Pero, por otro lado, la gratuidad sirve para aminorar los sesgos socioeconómicos, lo mismo que subsidiar los precios o establecer precios “populares”, ya que permite el acceso de aquellos sectores que normalmente no podrían presenciar actividades culturales porque constituye un “lujo” que no pueden costear. Sin embargo, todo lo expuesto puede ser un arma de doble filo, ya que entran en conflicto dos necesidades o derechos: de ver espectáculos de calidad, y el derecho de las compañías a presentarse. Por un lado, si los ingresos por concepto de entradas no son suficientes, significa que el presupuesto será menor y que no podrá presentarse un espectáculo de alto nivel y, además, las ganancias de las compañías no serán suficientes para costear su espectáculo. Hay también otro efecto que produce el concepto de la gratuidad que dice relación con la poca valoración del trabajo realizado por un artista. Esto ocurre porque el público se acostumbra a asistir a espectáculos culturales gratuitos, rechazando las instancias que deciden cobrar cierta tarifa, mientras que están dispuestos a pagar por asistir al cine a ver alguna producción hollywoodense, llegando a gastar altas sumas de dinero, en especial cuando se trata de una actividad de carácter familiar. Hay entonces una discriminación en el consumo cultural, creándose una minusvaloración del arte y el trabajo artístico: las personas llegan a pensar que es algo que siempre debiera regalarse, sin llegar a visualizarse los esfuerzos, estudios o técnicas que pone en práctica un artista.

Para finalizar, y aterrizando este informe a la problemática de la gestión cultural propiamente tal, es preciso señalar que cada versión de un evento de este tipo es un festival nuevo, por lo tanto, hay que pensar como si se estuviera realizando uno distinto. Sin embargo, resulta imprescindible que el equipo de programadores, gestores, artistas, etc. se mantenga, ya que se van generando autocríticas que colaboran al avance de las gestiones y al desarrollo de mejores encuentros, lo que ayuda a que dichos festivales sean permanentes en el tiempo y sean fruto de un modelo de gestión propio, que termina siendo un referente dentro del territorio en el que está contextualizado. Además, se generan nuevos lazos y redes de asociatividad que ayudan al perfeccionamiento de cada evento cultural, con el objetivo de que cada ciudad tenga la oportunidad de convertirse en una capital cultural. Por otro lado, dicha asociatividad no sólo la podemos comprender en la dualidad descrita anteriormente: artista-gestor cultural, sino que dicha asociatividad puede expandirse a un sinfín de actores y de diversos depositarios de un conocimiento determinado o de ciertos recursos, aportando así imaginarios, miradas y saberes que trasciendan el pensar particular y generen un trabajo más integral y holístico.

1 comentario:

  1. Creo que es todo un tema muy bien analizado desde todos los puntos de vista,no es facil hacer cultura en una region donde el dia a dia es de por si una sorpresa lo que en otra region seria una anecdota aqui es una rutina,desde el punto de vista climatico,en el caso de los costos es un mundo aparte.........sin duda el esfuerzo de los realizadores es titanico.....el magallanico por si es apatico a participar en actividades de esta indole y este es el desafio que los creadores de espectaculos tienen que afrontar....¡¡¡¡¡si funciona en MAGALLANES funciona en el resto del pais........ sera un exito!!!!!!!!!!!!!!!

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