21 mayo 2009

DISCURSO PRESIDENCIAL: AHORA EL PATRIMONIO


El Mensaje de la Presidenta Bachelet, sin abandonar su exitosa política de proteción social, incluso la profundizó, se dió tiempo para acrecentar también un aspecto que la ha caracterizado: el deporte. De la mano de íconos del Mundial del 62, como Humberto Chita Cruz y Manuel Rodríguez anunció programas sociales alrededor del deporte, vinculados, por vez primera, a una sólida infraestructura: estadios mundialistas y restauración hasta del Estadio Nacional. Algo semejante a lo ocurrido con la cultura.

Aparentemente, al deporte, con similares resultados, se está aplicando "el modelo" de la cultura: creación de institucionalidad (CNCA el 2003), formulación de política de Estado (Bases 2005-2010), apoyos regionales (2% del FNDR), programas de acceso y desarrollo de infraestructura (Programa de Centros Culturales en ciudades de más de 50 mil habitantes, con su cabeza de red: el CCGM).

Si algo resulta bien, ¿por qué no sacarle molde?

Revisemos lo dicho por la Presidenta:

"Fue mi promesa y la estoy cumpliendo, como espero que podamos cumplir con el anhelo de contar con un Ministerio del Deporte y Juventud, para que el tema del deporte y de los jóvenes sean verdaderas políticas de Estado en Chile.

Sólo quisiera añadir que como los gobiernos regionales muchas tienen tantas necesidades, el deporte como la cultura quedaban a veces detrás a la hora de repartir los ingresos regionales. Y por eso, como lo saben muy bien los señores parlamentarios, en el proyecto de Presupuesto 2008 incluimos un dos por ciento para la cultura, en el FNDR de proyecto de Presupuesto 2009 incluimos un dos por ciento para el deporte, porque creemos que estas son las maneras de apoyar la voluntad también a nivel de las regiones.

Yo decía que algo similar puedo decir respecto de la Cultura.

Sentimos que como país habíamos avanzado mucho en institucionalidad a través de la consolidación del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes liderado por nuestra Ministra.

Que habíamos avanzado y perfeccionado los instrumentos de promoción y fomento.

Que llegábamos crecientemente a regiones. Este año, de hecho, el programa de Acceso Regional irá desde Visviri hasta Puerto Williams. Ya decíamos, hemos dispuesto el dos por ciento para la cultura así como deporte en el Fondo de Desarrollo Regional. Y hemos llevado crecientemente la cultura a las calles y barrios de nuestras ciudades.
En definitiva, veíamos un claro avance hacia un ambiente cultural más rico y diverso.

Pero las bases materiales también son importantes. Por ello, hemos hecho el esfuerzo de implementar un plan de mejoramiento integral de museos y un programa de construcción y habilitación de bibliotecas públicas, esfuerzo que pronto llegará a todo Chile.

Y cumpliremos una promesa: el proyecto de ley que crea el Instituto del Patrimonio ingresará al Congreso la próxima semana.

Y nos pusimos una meta ambiciosa, que ya está próxima a ser cumplida: asegurar que en cada comuna con más de 50 mil habitantes haya un centro cultural de calidad, que permita que la gente se encuentre y se reconozca en torno a nuestro patrimonio.

Esta red de centros culturales, encabezada por lo que va a ser el Centro Cultural Gabriela Mistral en la capital, beneficiará de manera directa a más de nueve millones de personas".


La novedad, tratada con singular reserva hasta ahora, es el anuncio de que en los próximos días se enviará al Parlamento el esperado Proyecto de Ley que crea el Instituto del Patrimonio.

Si sacamos lecciones de lo anterior, el modelo cultura-deportes también debería aplicarse en este caso: proponer una institucionalidad renovada que reemplace a la añosa Ley de 1929 que creó la DIBAM, formulación de políticas de Estado en el área de Patrimonio, que tanta falta hacen, planes de infraestructura que apunten a renovar los museos, crear otros (¿cuántos años hacen que no se construye un museo público?) y políticas de acceso.

En este último aspecto debiera estar la clave: aplicar a los museos políticas de creación de audiencias, modelos de gestión que incorporen a la sociedad civil y corporaciones sin fines de lucro en su administración.

Como muestra, un botón. La propia Presidenta formuló una invitación a los chilenos, quizás la primera que un mandatario hace en un Mensaje Presidencial, a visitar un museo:

"Y quiero hacer una invitación: Para fines de este año, invito a todos los chilenos a visitar, frente a la Quinta Normal en Santiago, el Museo de la Memoria. Para que todos los chilenos, especialmente los más jóvenes, conozcan lo que pasó, reflexionen acerca de lo ocurrido; y sobre todo, lo más importante, para que todos podamos comprometernos en que algo así nunca más sucederá en nuestro país".

Un ejemplo de lo que debiera venir en Patrimonio: espacios vinculados a nuestras vivencias, orientados a la juventud, que provoquen reflexión sobre lo acontecido y, sobretodo, que generen compromisos de futuro.

Un patrimonio que implique enfrentar el pasado de manera dinámica, abierto a la gente y como fundamento de lo que vendrá.

Como si la historia la construyeran los pueblos.

14 mayo 2009

EL SUBMARINO, UN ALCALDE Y UN CONSEJO



Lejos estaba de las posibilidades, cuando escribí la columna anterior sobre la guerra de los recitales, el volver a referirme a temas bélicos.

Pero, la cultura es diversa y dinámica. Viva.




Ahora, un empeñoso Alcalde quiere remontar Calle Calle arriba un submarino en desuso para establecer un museo fluvial en Valdivia.

Nuestra paciente Armada ya trasladó un iceberg a Sevilla y ahora asume con buena disposición, junto a las autoridades civiles del Ministerio de Defensa y personeros de las otras ramas de las fuerzas armadas, el futuro traslado de esa secretaría de Estado a sus dependencias tradicionales. Pero, esto ya parece demasiado: poner a competir con la simpatía de los lobos marinos de la costanera valdiviana la mole inmóvil y –supongo- insumergible de un submarino dado de baja, con fines museísticos, llama a la reflexión.

Los museos, por definición, deben ser espacios extensos, de fácil ingreso, de amplias circulaciones, con accesibilidad total para minusválidos… así al menos lo entiende el programa de infraestructura del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y la Política Cultural del Estado de Chile.

Semejante complicación para los turistas no excedidos de peso (muchos deberán conformarse con mirar desde el borde río aquellas escotillas confeccionadas para marinos esbeltos) emerge como la antítesis de otro proyecto de infraestructura recientemente conocido: el teatro Teletón.

Supuestamente, será el olimpo del acceso total, incluidos minusválidos, ancianos y, sin duda, obesos. Sólo que así como no es aconsejable establecer un museo en sitios inaccesibles, tampoco es razonable construir un teatro sólo para cumplir con el ritual anual de una campaña solidaria, por encomiable que ésta sea.

A menos que dicho proyecto esté respaldado por sólidos estudios de audiencias, planes de gestión y estudios de ingresos y costos que demuestren que la ciudad y el barrio en que está emplazado permitirán sustentar una inversión de tal envergadura.

Dichos estudios, que se exigen a las infraestructuras culturales con inversiones públicas, hasta ahora no son conocidos.

Espero que, si existen, se den a conocer y si no, que se hagan. Aún es tiempo.

Para que no terminemos con algún servicio público remolcando –como al submarino- a un teatro desproporcionado, en medio de un proceloso río de críticas que -como el de Valdivia- posee hermosos y consagrados espacios culturales en sus alrededores.

12 mayo 2009

RECITALES DE GUERRA



En los últimos días, los productores de recitales musicales han rugido como un solo hombre, amenazando con construir un recinto propio para sus producciones, ante la negativa de poder usar el Estadio Nacional para los eventos que producen.

Podría decirse que es un show más, aunque de menor calidad que los que habitualmente ofrecen al público chileno.

Primero, porque no son “un solo hombre”, a la inversa, son feroces competidores entre sí que luchan por lograr la representación de diferentes artistas y en ello están y han estado, dispuestos a jugar lejos del fair play que sugeriría un recinto como el Estadio Nacional.

Segundo, porque por más que el negocio coyunturalmente sea floreciente, está lejos de financiar una infraestructura nueva y exclusiva para mega eventos. Además, que el negocio siga siendo bueno depende de simples avances tecnológicos que permitan, por ejemplo, volver a proteger la propiedad intelectual de los fonogramas.

Tercero, porque el país dispone, en los últimos años de recintos capaces de acoger gran parte de los recitales que ofrece el mercado internacional. Son sólo una minoría los que requieren de estadios gigantescos y precisamente, en otros países se presentan en estadios de fútbol, como ocurre en Argentina, Brasil y México.

Por tanto, el falso dilema es sólo un tema de buena gestión y de afinada planificación. Tanto de los productores (que suelen ir a la zaga de fechas fijadas por otros mercado como el brasileño y el argentino) como los dirigentes del fútbol chileno debieran conocer con tiempo sus necesidades de usar “nuestro primer coliseo deportivo” y las autoridades de éste, debieran actuar como árbitros para distribuir las fechas según la mencionada planificación, sin tener que llegar tan frecuentemente al uso de las tarjetas rojas que han afectado recientemente a algunos grupos musicales.

Las autoridades deportivas deben ponderar que finalmente estos recitales entregan recreación a grandes multitudes, especialmente de jóvenes, que todos quisiéramos ver más en los estadios que en las garras de la droga. Además, son una fuente de ingresos no despreciables para subsidiar la propia infraestructura así como actividades deportivas o artísticas de menor convocatoria o recaudación más floja.

Cabría preguntarse si no sería bueno revisar la dependencia de los estadios principales que sean propiedad pública para que, manteniéndola, sean administrados por instancias privadas sin fines de lucro que tengan la misión de promover el deporte y la recreación.
En tales entes podríamos encontrar a universidades, clubes deportivos, gestores culturales, representantes del público, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y por cierto Chile Deportes o su sucesor.

Esta medida es pertinente toda vez que el gobierno de la Presidenta Bachelet se ha empeñado en modernizar a lo largo del país la red de recintos deportivos, lo que nos ha permitido acoger ya a un mundial femenino de fútbol juvenil.

Como este tipo de eventos deportivos se multiplican, una especie de red de corporaciones administradoras de estadios podría encabezar además el aparato nacional de búsqueda de oportunidades de organización de campeonatos mundiales, olimpíadas, copas varias, cuyas sedes muchas veces deben obtenerse con gran anticipación, que escapa al horizonte de tiempo de un gobierno determinado.

Teniendo una suerte de Comité permanente de búsqueda y postulación a eventos universales de las más variada categoría –como lo es el Comité Olímpico de Australia, por ejemplo- no deberíamos esperar el tercer centenario para programar actividades de rango universal y comenzaría a ser familiar ver, como en la actual primavera española, a decenas de madrileños luciendo camisetas alusivas a la postulación a la Olimpíada Madrid 2016.