01 abril 2013

SUGERENCIAS PARA UN PROGRAMA DE CULTURA


Estación Mapocho, sede votaciones mujeres 1964.
Foto Luis Ladrón de Guevara


Se acercan elecciones presidenciales en Chile y, con ellas, un importante paso previo: que los diferentes postulantes elaboren sus Programas de Gobierno. Tal tradición se ha cumplido hasta ahora en sendas comisiones que, alentadas por los partidos políticos, reunían a personas más o menos versadas y -más que menos- militantes, para escoger cuales serían las principales metas que se ofrecerían en cada área, al electorado. Una sabia lectura de la realidad social ha aconsejado que tales procesos se desarrollen esta oportunidad en discusiones abiertas, lejos de las habituales "cuatro paredes". Como lo que se critica son tales cenáculos y no la tradición de formular ideas para constituir un Programa, van aquí algunos esbozos de sugerencias para que las candidaturas las discutan y las tomen... o las dejen.

Todo gobierno que se inicia debe contar con las carencias de su antecesor. Y en cultura, el panorama del necesario "control de daños" es abundante. Por consiguiente, quién sea Presidente (palabra neutra que, según la RAE, puede ser ocupada como femenino o masculino), deberá: completar la segunda etapa del Centro Cultural Gabriela Mistral, inexplicablemente demorada; reponer la glosa presupuestaria correspondiente a los centros culturales Matucana 100 y Balmaceda Arte Joven, que han debido padecer injustamente reducciones considerables; re establecer recursos e institucionalidad adecuada para el Plan Valparaíso, también interrumpido sin razones válidas; recuperar la diversidad del Directorio Nacional del CNCA, escuchando cuando corresponda, el 2015, sugerencias de la sociedad civil para que se incorporen a él una significativa cantidad de mujeres y representantes de las culturas indígenas.

Otra norma no escrita aconseja enviar proyectos de ley al inicio de los mandatos pues tienen un largo proceso legislativo. Enviar nuevos y/o asumir algunas de las iniciativas en curso. En este plano, debates recientes indican que se hace indispensable una legislación de apoyo al cine chileno, que atraviesa una etapa especialmente fructífera, aunque no todavía un despegue -a juzgar por los resultados de una encuesta de este mismo blog. Por ende, debiera legislarse para que se formen públicos para apreciar en sala  las creaciones nacionales. Caminos hay los tradicionales de constituir audiencias, como ocurrió con el teatro, o alguno más estricto como asegurar, por ley, cuotas de exhibición de películas chilenas.

Un camino semejante deberá seguirse para alimentar de públicos a la infinidad de centros culturales que, desde el año 2000 se vienen edificando en todo el país. Tres gobiernos construyendo con una misma perseverancia aconsejan que ha llegado el tiempo de enfatizar el uso de tales edificaciones tanto desde el punto de vista de su administración y gestión como del punto de vista de la creación de audiencias fieles y diversificadas. No se ha descubierto mejor estímulo a ello que la participación social, por tanto, debiera analizarse cómo se asegura la presencia de las audiencias en la manera cómo se gestionan los espacios que reciben fondos públicos.

El mismo criterio debiera comenzar a aplicarse en los recientes planes de recuperación patrimonial que -por ejemplo en iglesias- entrega recursos públicos sin solicitar planes de gestión ni menos organizaciones participativas que los gestionen.

Dónde tiene mayor visibilidad este principio es en los espacios municipales, que se han reforzado como aquellos de mayor cercanía con la gente, lo que han destacado alcaldes y alcaldesas elegidos por primera vez, que integraron a la cultura como una de sus áreas prioritarias. Una preocupación del futuro gobierno será la relación con el Teatro Municipal, dado que la Alcaldesa Tohá ha sido clara en señalar que se trata de una organización de alcance nacional, lo que debiera dar a la autoridad central atribuciones y nuevos requerimientos financieros.

Es efectivo que esa cercanía entre gente y cultura se va esfumando mientras más se asciende en la escala administrativa. Sin embargo, algunos gobiernos regionales y CORES han demostrado recientemente, como en el Bío Bío, que se interesan en tener una voz en la asignación de recursos para las artes en su región. Es probable que esta tendencia se mantenga e incremente.

Lo que no debiera permitir distracciones a nivel central es la designación, por parte del gobierno, de los directores regionales o del Sub Director Nacional del CNCA (tres o cuatro personas diferentes en gobiernos de cuatro años, en los últimos dos casos). Lo mismo debiera ocurrir en la designación de autoridades vecinas a las artes, como son las del patrimonio, para evitar que se vean a sí mismas como competidoras y no complementarias de la autoridad máxima de la cultura, instalada por ley en el CNCA. 

Más allá de aspirar a la armonía interna del aparato público en el Ejecutivo, que se ha pretendido sin éxito lograr a través del Legislativo, lo que corresponderá a un mandatario (a) alejado de las cuatro paredes, será reforzar todas las instancias participativas que, como en ninguna otra área de la administración pública, existen desde hace una década en cultura.

Por lo mismo, deberá ajustar su agenda legislativa a esa realidad y no a los deseos de determinadas autoridades. Tal como la realidad enseña que, en lo relativo a donaciones culturales, se está logrando un amplio consenso respecto de una legislación única en el país. No advertirlo llevó a una innecesaria enemistad pública entre los gremios artísticos y el Ministro, con alcances hasta ahora desconocidos. Sincerar el tema de las donaciones será de prioridad alta pues cada nueva demora se puede medir en cantidades de recursos privados que dejan de llegar a las artes.

Finalmente, como en los presupuestos más modestos, el o la Presidente que elijamos los chilenos deberá contar con un ítem de imprevistos -como fueron el 27/F y la tragedia de Juan Fernández en el mandato que termina- y por tanto, en un área como ésta, una buena dosis de creatividad y capacidad de reacción ante la adversidad debe formar parte del Programa que comenzamos a barruntar.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario