24 octubre 2013

PRIMERO DESNUTRIDOS, AHORA OBESOS

Foto Arturo Navarro

El historiador español Mario Amorós, en su reciente libro "Allende, la biografía", plantea que el ex Presidente es recordado por dos logros de su gobierno: el medio litro de leche y Quimantú. Ambos apuntaban a diferentes tipos de desnutrición, una al cuerpo que requería de proteínas para salir de la desnutrición crónica que acompañaba a nuestros "patipelados" por toda su existencia; la otra, a la falta de alimento espiritual, de lectura.


Han pasado 40 años desde que ambas campañas de bien público fueron destruidas por la dictadura. ¿Qué tenemos ahora? Una sociedad de obesidad mórbida tanto en lo físico, con niños sobrealimentados por comida chatarra, como en lo cultural con ciudadanos obesos de realitis, de malas películas, de series intrascendentes, de diseños urbanos impresentables y otros excesos que abundan en nuestra sociedad.

Un ejemplo de obesidad obscena es el mall de Castro. Una demasía en medio de una ciudad hermosa, caminable, a escala humana, que sorprende aún al más advertido sobre los horrores que derivan de tan inusitada arquitectura. Es el comentario de sus calles y motivación de turistas que vienen a comprobar la veracidad de rumores inverosímiles.

Es la obesidad del consumo y la desmesura en la construcción en una ciudad de determinada escala y proporciones, con una buena dotación de arquitectos locales que no advirtieron cómo el monstruo crecía ante sus ojos, como el padre o la madre despreocupados que no advierten como su hijo o hija engorda día a día, ante su propios ojos.

Dicho fenómeno se refleja diaria y dramáticamente en los carros del metro de Santiago, con asientos incapaces de contener con comodidad a la cantidad de persona para la que fueron concebidos por el grosor de los usuarios y con pasillos que se vuelven estrechos e impiden leer, tanto por la ausencia de espacio como por la sobreabundancia del uso de aparatos de reproducción musical, juegos computacionales o servicios de mensajería.

En la aparente cultura campean estas realidades masivas, con cines que redundan ofreciendo películas chatarra acompañadas de enormes vasos de pop corn y otros alimentos nada saludables que complementan el sonido de las películas con el crunch crunch de la masticación, con canales de TV de programaciones que engordan la estulticia y la inutilidad de conocimientos.

Así como los cadenas alimenticias promueven su comida chatarra, nuestros medios masivos y algunas de las industrias culturales promueven sus productos masivos, descoloridos, lejanos a la cultura y el arte.

El tema es entonces cómo volvemos a emparejar la sociedad con ciudadanos bien alimentados y nutridos en ambos aspectos. En esa línea se han tomado medida como el etiquetado con advertencias de riesgos en ciertos alimentos, prohibición de tabacos en lugares públicos y cercanías de establecimientos educacionales. Lo que no se ha tomado estructuralmente son medidas para volver a democratizar la cultura como se propuso, y logró, la Quimantú de Allende.

Porque, efectivamente, luego de la noche de la dictadura se han recuperado en los últimos años instancias democratizadoras como la creación de decenas de infraestructuras culturales abiertas al gran público y el estímulo de redes para alimentarlas, así como se ha contrapesado el riesgo de la ausencia de libertad, que padecimos, mediante una institucionalidad participativa y concursos transparentes, asignados por pares. Sin embargo, está pendiente el poner al alcance de toda la ciudadanía la producción artística, tanto de nuestras culturas nativas y mestiza, como de las grandes creaciones de la cultura latinoamericana y universal.

Es la tarea de este momento. La igualdad en el acceso a la cultura de toda la sociedad, urbana y rural, de Santiago y de las regiones.

Y en ese contexto, son tan valiosas las creaciones locales como las de la metrópolis, de la región como de la capital, de los pueblos indígenas como de los artistas mestizos.

Si está claro el sueño, si compartimos la idea de recuperar una cultura sin desnutridos ni obesos, lo demás son sólo instrumentos, sean estos de envergadura, como una eventual nueva constitución, o de alcance menor, como un Ministerio.

08 octubre 2013

LA TORRE DEL GAM ¿SE ENTREGA AL MEJOR POSTOR?

"Detrás del GAM está no sólo ese ferroso edificio que aún alberga al Ministerio de Defensa y que debiera llegar a ser próximamente otra unidad de negocio del centro cultural, sino toda una historia de construcción y gestión de centros culturales en nuestro país, iniciada en 1990" decía el 20 de diciembre de 2010 en el comentario titulado GAM in progress  que los más de cien mil lectores de este blog han escogido como el más leído de los 223 artículos en los siete años de existencia de esta página.

El proyecto de centro nacional de artes escénicas y musicales radicado en el edificio ex UNCTAD, contemplaba, fundadamente, lo que actualmente ocupa más una sala de espectáculos de dos mil aposentadurías y una torre de arriendos que contribuyeran principalmente al financiamiento del GAM. Estos dos últimos espacios estaban en proyecto cuando en septiembre de 2010, el Presidente Piñera inauguró el centro cultural.
Desde entonces, sus profesionales han logrado instalar el edificio como uno de los lugares más concurridos y emblemáticos de la cultura y las artes chilenas, con una debilidad: una dependencia decisiva de los dineros públicos. Incluso las autoridades del CNCA -a través de quienes pasan los recursos fiscales- se han ocupado de exigir mayores niveles de auto financiamiento a la corporación que lo gestiona, pero sin que se vislumbre una salida a esta inconveniente dependencia estatal, dado que nada se ha avanzado en la concreción de la llamada segunda etapa  -la sala para dos mil espectadores- ni la tercera: la torre que contribuiría como unidad de negocios al centro.
Recientemente, han desfilado por la prensa, sin fuente responsable, expresiones de deseos de Codelco, primero, el Tribunal Constitucional, luego, y más tarde el Servicio Electoral, el probable Ministerio del Deporte y hasta el CNCA, todos manifestando voluntad de establecerse en el citado edificio que, un puñado ya, de Ministros de Defensa han garantizado para el GAM, una vez que abandonen sus dependencias.
Pero no es sólo cuestión de asignar la torre al mejor postor. Entregarla a servicios públicos implica que muy probablemente dejará de ser una unidad de negocios que contribuya al financiamiento del centro cultural y aporte grados de libertad indispensables para un establecimiento cultural.
Más allá, aparece improbable también que tales servicios estén en condiciones de acondicionar el edificio, que carece de elementales medidas de seguridad anti incendios y otros requisitos de habitabilidad de los que naturalmente adolece una construcción de inicios de los años setenta. Es decir, se requiere de una fuerte inversión pública que deberá sumarse a los aportes fiscales de operación anual del GAM que, en este escenario, no tenderán a disminuir como estaba planeado. Cabe recordar que el proyecto inicial contemplaba formas de aportes privados a la adecuación de la torre, los que evidentemente desaparecen ante su uso como oficinas públicas.
Indudablemente, es atractivo para cualquier servicio, tanto el lugar en plena Alameda con metro la puerta, como su entorno cultural. Más si éste es simplemente asignado como una lotería en la bolsa de propiedades fiscales.
Tal comportamiento es una falta de respeto tanto a la historia del edificio que fue concebido con torre y placa desde su nacimiento como sede de la asamblea de la UNCTAD, como al presente de un proyecto cultural exitoso a pesar de las ingentes dificultades que implica trabajar con salas pequeñas y presupuestos públicos. 
Si agregamos que tal mutilación acontece hacia fines de un gobierno y que la primera etapa del proyecto fue realizado bajo la presidencia de quién parece tener las mejores condiciones para volver a ser elegida, estaríamos en presencia de un golpe bajo a las futuras autoridades y al mundo de la cultura.
Aún es tiempo de rectificar.

03 octubre 2013

MICHELLE Y EL SUEÑO DE LA IGUALDAD


Foto: Arturo Navarro

La pugna entre igualdad y libertad ha recorrido la historia del mundo. La Revolución Francesa, en 1789, intentó unirlas y sumarle el utópico concepto de fraternidad. Sin embargo, los porfiados hechos nos recuerdan aún que la máxima ausencia de libertad que vivimos bajo dictadura, en Chile, fue acompañada de una desmedida libertad en lo económico para montar un sistema que desconoció por completo las nociones de igualdad y fraternidad. Es por ello que, a 25 años del colapso dictatorial, resuena fuerte que el sueño de la candidata Michelle Bachelet en su programa cultural haya puesto definitivamente el énfasis en la igualdad, después de más de dos décadas en que primó la reinstalación de la libertad perdida.

Lo primero, en la misma terraza del cerro Santa Lucía que homenajea a Caupolicán y vio explosionar las Décimas de Roberto Parra a la negra Ester, fue reconocer la cantidad de ciudadanos y ciudadanas -más de 500- escuchados en cabildos, diálogos, encuentros, debates y comisiones que participaron en la elaboración de las medidas.
Luego, el reconocimiento que "la gran herida de Chile ha sido la desigualdad".
Para continuar con las acciones que aterrizarán el sueño, por la vía de la duplicación de los recursos para mejorar el acceso a la cultura, como la creación de veinte centros -cinco de los cuales ya existen-, que estimularán el desarrollo artístico de excelencia en todo el territorio. Se refería al trabajo realizado, desde 1991, por la Corporación Cultural Balmaceda y sus cinco Directores Ejecutivos -José Weinstein, Gonzalo Vio, Alejandra Serrano, Marcia Tolosa y el actual, Felipe Mella- que ha atendido, en su obra de extensión y docencia, a más de un millón de jóvenes con talento artístico.

Agregó la necesidad de que se ocupen a plenitud los centros culturales construidos desde el 2000 en un programa fuertemente estimulado en su gobierno, mantenido por la actual administración. Resaltó la importancia de bibliotecas regionales, comunales y escolares, junto a un Plan nacional de lectura que habría que revisar en detalle para verificar que supere los inconvenientes de iniciativas anteriores, que quedaron en el papel -y no en los estantes- o en un discutido maletín.

Entre las sorpresas más esperadas, valga la contradicción, el anuncio de una nueva política de museos que introduzca en aquellos pertenecientes al Estado, la gestión y posibilidades de financiamiento más allá del Presupuesto Nacional.

La formación artística desde el nivel Pre escolar es un anuncio en la línea de acercar cultura con educación y de facilitar así el acceso a todas las formas de cultura, una manera de igualdad desde la temprana infancia, complementada con  la propuesta de mejorar los currículos escolares de enseñanza de las artes.

Anunció además la revisión de los fondos concursables para que continúen aportando al mundo de la cultura como lo han hecho y “establecer programas de financiamiento directo para iniciativas locales que no podían acceder a ello”.

La revisión alcanzará también a la institucionalidad, afirmando la creación de un Ministerio de Cultura y Patrimonio, en las antípodas del proyecto hoy en debate parlamentario: con especial énfasis en el desarrollo cultural local y que promoverá “la cultura y las artes en la educación y la interculturalidad que Chile tiene”.

Pareciera ir en igual sentido el anuncio de un Programa de recuperación regional patrimonial emblemática, considerando especialmente el casco histórico de Valparaíso.

Pero, "la noticia" fue que "vamos a tener una televisión pública de verdad, de calidad, con contenidos culturales y que refleje el país que tenemos”, un mensaje dirigido al corazón de TVN y que probablemente tendrá también un impacto en el CNTV. La experiencia reciente en la que programas de televisión pusieron en la agenda temas desatendidos largamente, augura que esta medida se llevará recursos que escapan largamente a los destinados a cultura y probablemente convocará voluntades y dineros de otros sectores. Fue una buena noticia para creadores, a quienes se abre un nuevo espacio de difusión de sus obras, y para las audiencias que debieran acceder a cultura de calidad en las pantallas.

Quedó claro que lo que viene es la igualdad y que la cultura, por tanto, pasará a constituirse en un derecho ciudadano que el Estado debiera preservar, tal como la propia Bachelet anunciara en su discurso del 11 de septiembre en el Museo de la Memoria.

En más de algún lugar de su pensamiento, cultura, memoria e igualdad, se entrecruzan para dar curso a la superación del "momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse" del discurso final de Allende. Recogiendo su legado a los trabajadores: "sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor".

Si, el participativo "abrirán" no el pasivo "se abrirán" como aclaró María Inés Silva, dos días antes de los anuncios comentados, en un foro con representantes de candidaturas presidenciales, realizado en una sala del GAM que lucía amparada por dos obras recuperadas para ese espacio, un óleo de Matta y un tapiz de Gracias Barrios, ambos concebidos por creadores que trabajaron a la par con los obreros que construyeron el edificio en 1972 y que cobraron su mismo jornal. 

Un homenaje a la igualdad.